El despertador sonó, ayer, como en un día cualquiera y puso en apuros mañaneros a cientos de mujeres, que en el día de la Madre, atendieron tiendas, mercados, oficinas, taxis y restaurantes, en un día aclamado por el comercio.
Palmear tortillas en las sodas, preparar arreglos de flores y vender estuches de celulares en plena avenida Central formaron parte de una rutina que no conoce de feriados, cuando apremia el deber de llevar el sustento al hogar.
“Es un día que se ha vuelto muy comercial. Somos madres todos los días del año y siempre he trabajado este feriado. Creo que la mejor forma de que mis hijos me lo celebren es que se porten bien, porque criar no es tarea fácil”, dijo Blanca Alfaro, quien labora desde hace 37 años en la soda Tala, en el mercado Central de San José.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), de los 280.000 hogares pobres que tiene Costa Rica, un 40% de ellos está a cargo de una mujer. En esas casas, la mujer lucha sola para llevar el arroz y los frijoles, o lo que pueda, y atender a sus hijos.
Sin quejas. Lejos del cansancio o la obstinación, estas mujeres disfrutan el día de la Madre con sus clientes y recibieron felicitaciones de quienes se acercan a comprar regalos para celebrar a la mamá.
“Mi día es una pura payasada. Mi mejor pago son las sonrisas de la gente, pero trabajo para ganar dinero trabajo en tiendas y llevo encargos de flores. En la noche, seguro que voy a salir a comer o a bailar con mi hijo”, dijo Vesta Hernández, vecina de Guadalupe y payasa, desde hace siete años.
En los pasillos del mercado Central de San José, las sodas estaban llenas de familias y de mano en mano iban arreglos de flores que costaban desde ¢4.000 hasta ¢12.000.
En los semáforos, los vendedores ambulantes aprovechaban la luz roja para sacar rosas envueltas con papel seda y la frase “es a mil”.
“Desde que tengo 9 años, mi mamá me trajo al mercado y esta se ha convertido en mi casa. Aquí celebro feriados y disfruto vendiendo mis flores. Criar hijos no es nada fácil, pero lo más importante es que aprendan a que la vida se gana con trabajo”, expresó Chavela Mena, de 75 años.
Recompensa. Mientras en los restaurantes se preparaban las mesas para recibir a otras madres, en la cocina del negocio también había un grupo de mujeres que, entre platos y sartenes, recordaron las experiencias más satisfactorias de la crianza
“La vida cambia para bien y por completo con los hijos. Lo más difícil es el tiempo en que vivimos. He trabajado toda la vida y esta soda se ha convertido en una segunda casa. Uno nunca se arrepiente de ser madre”, dijo Sugey López, quien tiene 20 años de ser cocinera.
Para las madres comerciantes, este día de la Madre comenzó con una mañana floja en ventas, pero que calentó conforme se acercaba el mediodía con familias que subían y bajaban calles y avenidas, en busca de regalos.
En el trajín del día, estas madres esperan llegar a sus casas para toparse con sorpresas que les preparan sus hijos o para descansar después del corre corre de un día que pone a prueba su rigor, pese a las horas de cansancio.
Desde el taxi, la soda, la acera, la cocina del restaurante o la oficina, en la memoria de estas mujeres está latente el día en que comenzaron a criar a l persona que con el tiempo empezó a llamarlas “mamá”.