Desde que el astronauta costarricense Franklin Chang Díaz abrió en Liberia el laboratorio Ad Astra Rocket, más de 70 jóvenes universitarios y de colegios técnicos han realizado pasantías y prácticas en el taller donde se investiga y desarrolla tecnología aeroespacial y energías renovables.
A ese grupo se suman más de 3.000 niños y adolescentes que han participado en el programa de visitas al laboratorio, donde se muestra un modelo del Vasmir, el motor de plasma que allí se desarrolla con la ilusión de que poder llevar, algún día, al hombre a Marte.
Ubicado en Guanacaste, este laboratorio se ha convertido en semillero de científicos, una idea que siempre mantuvo como prioridad Chang Díaz, según explicó el actual director de Operaciones de Ad Astra Rocket, Juan del Valle Gamboa.
Según Del Valle, la gran mayoría de los muchachos que han pasado por Ad Astra han seguido carreras vinculadas con la ciencia y la tecnología. Incluso algunos de ellos estudian y desarrollan proyectos tanto en el país como en el extranjero.
El programa de pasantías surgió de manera natural, según dijo, apenas abrió las puertas el laboratorio, en el 2006.
Los primeros en llevar a cabo su práctica ahí fueron dos alumnos de la Universidad de Costa Rica (UCR). En la actualidad, en promedio, unos ocho estudiantes al año efectúan su práctica profesional o pasantía.
Entre los primeros que llegaron a Ad Astra estuvo Carlos Martínez Castillo, el famoso “Carlitos” que Chang citó en un artículo donde describió cómo este joven, de origen nicaragüense, aceptó formar parte del equipo y hoy es encargado de informática en la empresa.
Organización. Como bien mencionó el científico en ese artículo, en los nueve años de Ad Astra han pasado otros “Carlitos”.
Norberto Arce Murillo, de 25 años, es uno. Hijo de un mecánico tilaranense, Arce hoy sueña con apoyar el diseño de piezas que sean utilizadas en el motor de plasma y en el impulso de tecnología a base de hidrógeno para reducir el impacto de la contaminación en el ambiente.
Arce estudió en un colegio técnico, el Covao, en Cartago. Esta es una de las instituciones que más alumnos ha enviado a Liberia a realizar la práctica profesional.
Juan del Valle asegura que ellos no buscan “luminarias” o “genios”. Buscan jóvenes comprometidos, motivados y dispuestos a trabajar.
El énfasis ha estado puesto en estudiantes de la zona de Guanacaste, con el interés de colaborar en el desarrollo de esa población, y en carreras o áreas vinculadas con los trabajos que se impulsan en este laboratorio; especialmente, las ingenierías.