Que un oficial de la Policía de Tránsito deba regular el paso de carros en una rotonda, evidencia que algo está mal en las carreteras costarricenses.
La situación descrita se vive todas las mañanas en al menos cuatro rotondas de San José: Paso Ancho, la Hispanidad (Montes de Oca), Garantías Sociales (Zapote) y debajo del puente Juan Pablo II (La Uruca).
Esa es una evidencia más de que la construcción de carreteras fue superada por el aumento de conductores con vehículo propio. A esto se suma que en 1995 el Gobierno frenó el servicio de tren de carga y llenó de furgones las vías.
“La realidad de lo que pasa en las calles es evidente. Usted logra ver grandes carros ocupados solo por una persona: el conductor.
”Una fila de cuatro carros con una sola persona le quita el espacio a un bus que puede llevar hasta 70 pasajeros”, explicó German Marín, director de la Policía de Tránsito.
Las presas tienen otros efectos colaterales.
“¿Usted se ha preguntado por qué ahora en todo lado hay paradas de taxi legales e ilegales? Porque no se puede salir a la calle; en todo lado hay presas”, expresó Jorge Garro, taxista desde hace 10 años. Ambas versiones confirman que el rezago en el desarrollo de obras de infraestructura vial pasa la factura.
Olman Vargas, director ejecutivo del Colegio de Ingenieros y de Arquitectos (CFIA), ofrece otro ejemplo. “Vea la ruta a Caldera; no tiene ni cuatro años de abierta y ya colapsó”.
Entre tanto, Pedro Castro, ministro de Obras Públicas y Transportes (MOPT), acepta la situación precaria en las vías, pero asegura que en su administración hicieron el mayor esfuerzo para soltar esos nudos viales.
“Hemos venido llevando a cabo las obras que el país necesita de inmediato, con un altísimo grado de consenso con los participantes técnicos del sector infraestructura”, expresó Castro.