Ciudad Quesada. Un grupo de educadores enfrentó y gritó insultos al mandatario José María Figueres, ayer en Ciudad Quesada, y por lo menos en una oportunidad la escolta presidencial tuvo que intervenir para evitar una agresión física.
Por primera vez en los 12 días de la huelga magisterial hubo amagos de violencia, suficientes para nublar aún más el espacio para un pronto inicio de las negociaciones entre el Poder Ejecutivo y el Frente de Organizaciones Magisteriales (FOM).
Empujones, arengas a favor y en contra del Gobierno, consejos, abrazos y hasta lágrimas del gobernante -quien no perdió la compostura- se dieron ayer en las calles del centro de la cabecera del cantón de San Carlos.
En San José, el ministro de Educación, Eduardo Doryan, rechazó la posibilidad de que el Gobierno suspenda el curso lectivo de 1995. Manifestó que esa dependencia hará todo lo posible para evitar que los niños pierdan su grado.
Calle de la amargura
El incidente en Ciudad Quesada se comenzó a gestar mientras Figueres se encontraba en la Municipalidad de San Carlos, reunido desde las 8:30 a.m. con agricultores cacaoteros de la zona. Al menos 300 maestros se congregaron paulatinamente fuera del recinto.
El gobernante firmó la condonación del 90 por ciento de la deuda que habían contraído 650 campesinos con el Banco Cooperativo, por un total de ¢69 millones, pero el coro de consignas de los manifestantes se convirtió en el protagonista de la sesión.
"Figueres, escucha, el pueblo está en la lucha", voceaban los maestros desde la calle. Cuando habló a los agricultores, la alusión a la protesta era ineludible: el Presidente reiteró su respeto por los educadores, pero ratificó su empeño en defender las reformas al régimen de pensiones.
"Si yo entré por el frente por ahí salgo", respondió el Jefe de Estado cuando sus agentes de seguridad le recomendaron salir del edificio por una puerta lateral.
Al llegar a la acera los docentes lo recibieron con silbidos, abucheos e improperios. Una persona intentó golpear al Presidente, pero su escolta lo evitó. Figueres pidió a los agentes no usar la fuerza.
A pesar del caos, el Presidente decidió caminar 150 metros hasta la Casa Cural, para saludar al nuevo obispo de la recién creada diócesis de Ciudad Quesada, monseñor Angel San Casimiro.
"¡Figueres, métase entre el pueblo!", vociferó un manifestante. "¡Aquí estoy, pero en estas circunstancias es imposible hablar con ustedes!", respondió el mandatario.
"Figueres no afloje, duro con esos vagabundos", le dijo el campesino Cirilo Prendas. "¡Sinvergüenza!", le espetó una mujer y de inmediato el mandatario respondió: "¡Mire señora, insultando no ganamos nada!"