A las tradicionales fiestas de Zapote la gente no solo asiste para ver las corridas de toros o comerse un churro. La tagada ya se convirtió en otra parada obligatoria.
La muchedumbre se acomoda alrededor de la rueda mecánica para ver el show gratuito que dan sus intrépidos usuarios, quien hacen maniobras y muecas en el esfuerzo por mantenerse sentado y vestido.
Como en las corridas de toros, aquí el público disfruta más cuando los retadores no salen bien librados.
La concurrencia vitorea al operador de la máquina cuando hay caídos, que muestran por accidente más de lo esperado; también es el que recibe los reclamos cuando no hizo brincar bruscamente el aparato.
“Se cayó, se cayó”, vociferaba, entre risas, una mujer, al tiempo que señalaba a una las víctima de la tagada
Otra, que se atrevió a subirse, se lamentaba con vergüenza porque un desacomodo de la ropa dejó al descubierto alguna de sus partes nobles.
“Si yo hubiera sabido, no me monto. ¡Qué vergüenza¡, expresó Élida Ordóñez.
Para subir a la tagada se pagan entre ¢1.000 y ¢1.500, dependiendo de a cuál de las dos máquinas.
Espectáculo. Unos minutos al frente de ese armatoste multicolor bastan para que le arranque la risa a cualquiera.
Por eso, es normal ver gente con cerveza en mano o algodón de azúcar, como quien va al cine a ver una película de vaqueros.
Otros llegan con celular listo para grabar alguno de los muchos chascarrillos, que rápido se viralizan en las redes sociales, como el que ocurrió la noche del pasado 25 de diciembre.
Ese día, por los bruscos movimientos de la tagada, a una joven se le bajaron los pantalones casi hasta las rodillas, pese a los esfuerzos de su acompañante para sostenerlos.
“La máquina solo se para cuando hay alguien golpeado, sino, sigue. En el caso de la muchacha yo paré, pero ella no se tapó, entonces le di dos toques más y fue cuando se cayó. Yo seguí porque la gente gritaba. Esto es un show ”, expresó el operador, quien lleva siete años al mando de una de las dos máquinas que hay en Zapote.
El trabajador prefirió mantener en reserva su nombre.
Con la gala colaboran los que se ponen de pie en el centro de la rueda, desafiando la gravedad, mientras que otros se montan con una vestimenta poco adecuada, como minifaldas o ropa pegada al cuerpo.
“Aquí uno ha visto de todo, desde mujeres que se quitan la ropa solo porque les da la gana (…). También están los travestis, ellos son otra historia, ellos por sí solos hacen su espectáculo ahí arriba”, agregó el operario.
Otros atractivos. La tagada es una de las decenas de juegos mecánicos que se instalaron en las festejos de Zapote, aunque una franja está en terreno de Curridabat. Aquí hay caballitos para los más pequeños o montaña rusa para los amantes de la adrenalina.
Las actividades comenzaron el 25 de diciembre y concluirán el 3 de enero.
Según estimaciones de la Comisión de Fiestas de San José, cada día asisten al menos 25.000 personas.
“Estamos satisfechos. Ha sido un éxito”, dijo David Venegas, presidente de la organización.