Madre, educadora, comunista, pero, sobre todo, bochinchera. Así se define Ana Doris González, presidenta de la Asociación de Profesores de Segunda Enseñanza (APSE), que reúne a unos 28.000 docentes.
Para asumir el cargo, en enero de este año, dejó a sus tres hijos y a su mamá en San Carlos y alistó maletas para vivir sola en un apartamento en San Sebastián, en San José, durante los próximos dos años.
González conversó con La Nación sobre el cambio de ser profesora a sindicalista, su participación en la huelga de los educadores y la corta pesadilla que vivió en las redes sociales por una publicación.
Antes de ser presidenta de la APSE, ¿a qué se dedicaba?
Estaba en las aulas, soy profesora de Ciencias y fui educadora rural y directora, con una carrera de 25 años en educación. He dado clases en un salón comunal, con un calor infernal y le digo que me la jugué como toda una vaquera.
¿Quién la motivó a venir a probar las mieles del sindicato?
Nadie me motivó. Yo siempre he estado en la tendencia de Honestidad, que es donde está Beatriz Ferreto (líder de izquierda y expresidenta de la APSE). En la Asamblea me propusieron y yo dije que sí, ¿cómo hace uno pa’ decir que no?
¿Es impulsiva y gritona para que escuchen sus ideas?
Sí, toda mi vida he sido una gran bochinchera. No le tengo miedo a nada. Digo las cosas que tengo que decir y cuando algo no me parece, lo digo. Soy clara en mis posiciones, pero soy una mujer humilde. Soy una mujer separada. Tengo tres hijos, de 28, 23 y 12 años. Estoy acostumbrada a guiar a la familia, a ayudar a los chiquillos, pero sí tengo un carácter muy fuerte. Hay quienes dicen que soy gritona, pero es porque me emociono y hablo fuerte.
Por decir las cosas de frente, ¿se ha comprado enemistades?
En la cara nadie me ofende, pero la gente se lo come a uno de espaldas. Eso a mí no me molesta. Dicen que soy una estúpida, pero eso no me enoja, porque no es cierto.
¿Fue Beatriz Ferreto quien la propuso para dirigir APSE?
Sí, a principios del año 2013, me dijo que propusiera mi nombre, pero le dije que no, porque casi me desmayo del susto. Es una responsabilidad enorme. El trabajo de doña Beatriz es muy respetado, ella es la líder y llegar aquí después de la gestión de ella, es muy difícil.
¿Le quedan grandes los zapatos de Beatriz Ferreto?
¡Esos zapatos no le quedan a nadie! Tengo claridad absoluta de que la experiencia de Beatriz es única. Ella es mi maestra.
Beatriz Ferreto ha dicho que es comunista, ¿usted también?
Soy una auténtica hija de mi mamá, fiel al comunismo. Pero sí, las dos venimos del comunismo de Vanguardia Popular. Hemos sido de familias inteligentes. Tengo 48 años y desde que era una chiquita, me puse la camiseta roja.
Para asumir las riendas del sindicato, usted salió de su natal San Carlos, ¿que implicó el cambio del campo a la ciudad?
Que ahora vivo sola en un apartamento en San Sebastián. Mi mamá y mis hijos se quedaron en San Carlos. No es fácil salir de casa.
¿Qué fue lo que más costo?
Decirles a mis hijos: ‘Chiquillos, se van a quedar sin mamá por dos años’. Solo los visito los fines de semana y, sí, me hacen falta.
Un sindicato y un aula, ¿tienen algo en común?
Un aula es un lugar maravilloso, en el que usted está al día con la tecnología, con las modas de los chiquillos. En el sindicato solo se ve la forma de favorecer a los trabajadores. Es otro ambiente. Pero en ambas partes soy beligerante.
Una mujer tan beligerante, ¿a qué le puede tener miedo?
No le tengo miedo a nada. Uno tiene ansiedad ante lo desconocido. Aunque, pensándolo bien, le tengo miedo a que un hijo se me enferme o de que mi mamá se muera.
Del estado de la educación, ¿qué es lo que más le preocupa?
No hay un punto específico. Pero creo que la intención de privatizar la educación es lo más grave. Eso sería eliminar todas las posibilidades de desarrollo de las clases más desposeídas de este país.
El presidente Luis Guillermo Solís apoyó la huelga en sus inicios y después dijo: “El culantro es bueno, pero no para tanto”. ¿Qué impresión tiene del nuevo Gobierno?
Él se equivocó, porque a los ticos nos gusta el culantro y con gallo pinto. Lo que pasa, es que ese chicharrón que se compraron, no se imaginaron que iba a estar tan tostado, creyeron que iba a ser más fácil comérselo, pero se equivocaron.
¿Quién es el responsable de que se tostara tanto?
El exministro Leonardo Garnier, porque él era el jerarca y como tal es el responsable. Ni nos recibía en el MEP a la dirigencia de la APSE. Teníamos la puerta cerrada.
”Ese tamal que dejó Garnier, entre más le quiten hojas, más se van a dar cuenta de lo feo que está. Pero para eso está el nuevo Gobierno. El que se tire a nadar, que nade bien”.
La exministra Silvia Víquez dijo que ustedes sabían del problema de pago a los docentes y no lo comunicaron, ¿es cierto?
No, eso es totalmente falso. No sé de qué está hablando. Ella sabía desde el 7 de abril y prefirió callarlo. Hasta el 23 de abril nos enteramos de la implementación del sistema nuevo de pagos Integra 2 y fue porque le pedimos una audiencia a la exviceministra Víquez.
¿Cómo está la relación con ANDE? Hay quienes dicen que Gilberto Cascante y usted no se llevan y que pelean liderazgos...
Yo no tengo que pelear un liderazgo con nadie. Solo hay diferencias de criterios. Algunos dicen que es falta de experiencia, que yo soy una pollita, pero en los sindicatos la única dirigente con experiencia para desenvolverse sola, en cualquier lucha, es Beatriz Ferreto.
De San Carlos ¿qué se trajo?
El televisor y unos libritos para leer en mis ratos libres.
¿Qué lee?
Me gusta mucho Isabel Allende. Leo novelas de acción y de detectives. Para perder el tiempo leo novelas de amor, pero no creo en esos rollos del amor, ni me gustan las redes sociales; ya quité el Facebook.
Sobre las redes sociales, ¿qué hubo de cierto sobre el insulto que salió de su Facebook hacia los sindicatos del SEC y ANDE?
Yo no escribí eso. Soy buena para los hijueputazos, más si uno pega un dedo en una puerta, pero yo no ofendo con un hijueputazo. No me suena vulgar, uno lo usa en la casa, con la gente que uno quiere.
”A mí me molestó que la gente no tuviera cuidado con eso y se olvidaran que uno es mamá. Mi hija creyó que me iban a meter a la cárcel”.
¿Es lo más amargo que ha vivido como dirigente sindical?
No. Lo más amargo son las diferencias con otros sindicatos. Es un trabajo de mucha responsabilidad, recibo llamadas al celular a toda hora , pero de ningún novio (risas).
¿Tiene mejor salario como sindicalista que como docente?
Ehh, no. Para un sindicalista de zona rural, si hablamos en términos de dinero, no funciona, porque uno tiene que pagar apartamento, mantener la casa allá y el gasto es excesivo. Esa es la verdad.
¿Revelaría cuánto gana?
El salario que aquí se gana son como ¢2 millones y un poquito. Allá en San Carlos, yo ganaba ¢1.700.000 como docente, con 25 años de carrera. No significa una gran diferencia si usted ve todos los gastos que uno tiene. Aquí uno viene a hacer trabajo por conciencia, no viene a pasear ni pa’ hacerse de plata.