Los docentes de la Escuela Teodoro Picado, en Upala, dedicaron este martes a intentar rescatar lo que se pudiera.
No quedó mucho: se salvaron algunos juguetes, sillas plegables, trofeos y una imagen de la Virgen María, pero los pupitres quedaron inservibles y cada rincón del centro educativo está cubierto de lodo.
Las marcas en las paredes señalan que el nivel de la crecida llegó a 1,8 metros, y pese a que los maestros hacen su mejor esfuerzo para limpiar, la tarea se les vuelve muy difícil porque aún no hay agua potable.
Esa institución es una de las 558 que este martes amanecieron cerradas. Son cerca de 30.000 estudiantes del norte y el sur del país, quienes tienen las clases suspendidas luego del paso del huracán Otto.
Más de un 87% de los centros educativos del Ministerio de Educación Pública (MEP) retomó las clases este lunes. Sin embargo, permanecen cerrados aquellos con daños en las instalaciones, interrupción en los servicios básicos, problemas de acceso y los que se utilizan como albergues.
“No nos han dado directrices de nada, y los niños en sus casas están igual, no tienen con qué reiniciar”, dijo Meritxell Contreras, subdirectora de la Escuela Teodoro Picado.
Pese a las dificultades, el plan del MEP es que el ciclo lectivo termine el 13 de diciembre, tal como estaba previsto. Los estudiantes ya hicieron los exámenes finales, pero quedan pendientes las pruebas de aplazados.
Alternativas
El MEP confía en que los docentes de las instituciones con clases en pausa usarán su ingenio y encontrarán opciones para preparar a sus alumnos.
De acuerdo con Rosa Carranza, directora de Desarrollo Curricular del MEP, tales medidas pueden incluir dar tutorías individuales, hacer pequeños grupos de estudio o responder consultas por WhatsApp.
La funcionaria explicó que el MEP analiza en qué lugares se pueden ofrecer las tutorías y el director del centro educativo debe coordinar las medidas necesarias para garantizar que las pruebas se realicen.
En el territorio indígena Comte Burica, Golfito, el MEP y los directores de 14 instituciones acordaron realizar las convocatorias hasta la primera semana de febrero.
Miguel Gutiérrez, viceministro de Planificación Institucional y Coordinación Regional del MEP, enfatizó en que la medida es específica para ese lugar.
El viceministro está de gira por la zona sur, para determinar el impacto que tuvo el huracán en escuelas y colegios. El jerarca explicó que no hay daños estructurales, pero sí muchos problemas de ingreso, como terrenos empozados y derrumbes.
Según recuento del MEP, son 305 las instituciones que presentan daños en sus instalaciones. Poco a poco, el personal de cada una intenta ayudar para que la situación vuelva a la normalidad.
Mariela Espinoza es una de las docentes de la Escuela Teodoro Picado que ayer ayudó a limpiar. Ella trabaja con jóvenes en pobreza extrema y, pese a que sabe que la mayoría lo perdió todo, la tranquiliza saber que ellos están bien, muchos en albergues.
“Quisiera tener mil manos para ayudarlos”, manifestó, preocupada, la educadora.
Ayuda a maestros
Entre los damnificados que dejó el huracán Otto están los maestros que trabajan en los centros educativos del norte y el sur del país. Por ello, los sindicatos de la educación pública se organizan para brindarles ayuda.
La Asociación Nacional de Educadores (ANDE), por ejemplo, está recolectando víveres, y el jueves irán a dejarlos a las comunidades más afectadas.
Gilberto Cascante, presidente del gremio, informó de que también se está valorando usar un porcentaje del presupuesto del sindicato para darle un subsidio económico a los maestros de escasos recursos que fueron afectados.
La Asociación de Profesores de Segunda Enseñanza (APSE) y el Sindicato de Trabajadores de la Educación Costarricense (SEC) también reúnen víveres y colchones, que ha entregado en barrios de Upala, Los Chiles, Alto Conte y otros sitios golpeados por la emergencia, según informaciones publicadas en sus perfiles de Facebook.