Cientos de estudiantes afectados por el terremoto de Nicoya de setiembre del 2012, recibieron su primera clase, ayer, en las mismas aulas provisionales, salones comunales y hasta al aire libre.
Así lo constató La Nación en un recorrido por centros educativos de los cantones de Santa Cruz y Carrillo, en Guanacaste.
Padres de familia, personal administrativo y alumnos tenían la fe de poder estrenar aulas nuevas después de vacaciones. Sin embargo, el panorama con el que toparon fue poco alentador.
En el caso de la Escuela Omar Dengo, de Santa Ana de Belén, Carrillo, los maestros atendieron a sus estudiantes en la misma escuela destruida casi en su totalidad por el sismo. La buena noticia es que el Ministerio de Educación Pública (MEP) les informó de que la reconstrucción de la escuela se iniciará el 17 de febrero.
Por esta razón, los 160 alumnos de la Omar Dengo recibirán lecciones, temporalmente, en la Escuela de Belén, a 7 kilómetros de su comunidad.
“Con el inicio de la construcción no podemos permanecer en el área y nos iremos a la Escuela de Belén otra vez. Afortunadamente, el MEP brindará transporte de ida y regreso”, explicó Walter Marchena, director de la escuelita.
Otra de las escuelas afectadas por el sismo es la de Lorena de Santa Cruz. A diferencia de la Omar Dengo, los estudiantes de esta escuelita tendrán que armarse de paciencia y soportar el polvo que les llega mientras reciben clases en el salón comunal.
“Estoy sumamente preocupada porque la Municipalidad tiene una partida para hacer mejoras en el salón. El problema es que si estos trabajos se hacen, no tengo dónde meter 61 alumnos, si aquí no tenemos iglesia y las casitas para alquilar son pequeñas”, dijo Yeannette Huertas, directora de la escuela.
La situación en la Escuela de Portegolpe y Playa Brasilito es similar, pues no hay indicio alguno de que se vaya a iniciar alguna construcción.
Por eso, este año nuevamente los educadores deberán jugársela para enseñar a sus alumnos en medio de incomodidades y peligros.