Ana Milena Morales Vargas les dio la despedida al 2009 y la bienvenida al 2010 tres veces y en tres países diferentes: Costa Rica, Perú y Chile. Su trabajo como sobrecargo en la aerolínea Avianca le ha dado la oportunidad de participar en celebraciones de altos vuelos –literalmente– y de compartir tamales, queque navideño y muchas sonrisas en el aire.
Celebrar la Navidad o el Año Nuevo a 35.000 pies de altura (10,6 km) y lejos de la familia, puede parecer una experiencia difícil de asimilar, pero para esta guanacasteca de 33 años es una vivencia muy emocionante.
“En estas circunstancias nuestra familia son los compañeros de trabajo y hacemos cosas para sentirnos como en casa”, narró Morales.
Los tripulantes se organizan para llevar comidas típicas de la época, de modo que en Nochebuena se reparten tamales y queque navideño mientras cruzan el cielo. “Recuerdo que una vez me tocó llevar chuletas de cerdo en salsa de piña. Los compañeros tratamos de darle un toque personal a la celebración”, declaró la joven quien actualmente funge como jefa de cabina.
Para reforzar el sentimiento hogareño, los tripulantes tienen derecho de llevar a un acompañante durante esos vuelos en fechas festivas. “Es muy bonito poder tener entre los pasajeros a la mamá, a un hermano, al novio o a una amiga y estar cerca de los seres queridos aunque estemos lejos del hogar”, declaró la aeromoza que también es nutricionista profesional.
Así, el avión se convierte en una gran sala de fiestas voladora, en la que, además de comida, los tripulantes intercambian buenos deseos entre ellos y con los viajeros. “Es muy bonito celebrar con pasajeros que tienen costumbres y creencias diferentes, pero al final de cuentas todos compartimos el mismo sentimiento de alegría y gratitud por todo lo bueno que la vida nos ha dado”, agregó.
El 2013 no será la excepción y esta joven aventurera festejará una vez más la Navidad en el aire.