Edgar González apenas superaba los 21 años, no había terminado el colegio y no tenía la menor idea de cómo funcionaba una planta de generación con combustibles. La oportunidad de aprender llegó cuando el complejo térmico Colima, en Tibás, le abrió las puertas.
Desde aquel momento han pasado 35 años en los que González trabajó haciendo de todo, incluso labores de misceláneo, hasta ubicarse hoy en el cargo de técnico superior o encargado de cuadrilla.
Es decir, es el encargado de leer el tablero, de velar porque las unidades produzcan la energía que corresponde y todo marche bien.
“Ahora ya sabe uno un poquito más. Solo con escuchar el ruido, uno puede saber si está funcionando bien o mal”, relató con tono discreto y una risa medio tímida.
Aquella responsabilidad culminó este domingo cuando el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) apagó oficialmente la primera planta de generación eléctrica construida por sus trabajadores.
Por eso, el apagado de esta generadora ha dispersado aires de nostalgia por todo el complejo.
“Esto es como cuando alguien se enferma y está en vía terminal. Aquí nos toca darle el acompañamiento hasta el final. ¡Diay!, duele mucho”, dijo González, a quien le faltan cinco años para pensionarse y ahora deberá aprender de nuevo.
La planta se construyó en solo 12 meses, entre junio de 1955 y junio de 1956. Colima ofreció energía al país en momentos de crisis debido a un fuerte verano y a que la construcción de la hidroeléctrica La Garita estaba atrasada.
Luego de producir electricidad por casi 57 años, el Instituto decidió sacarla de operación debido a su poca eficiencia y su alto costo. Por ejemplo, un kilovatio hora (kWh) producido por Colima costaba ¢264, mientras que cuesta ¢130 en la planta Garabito, también de búnker, pero más grande y moderna.
Alberto Ramírez, director de la Unidad de Producción Eléctrica del ICE, explicó que uno de los motores está apagado desde hace cuatro años y comprar repuestos resultaba casi imposible y muy oneroso.
El destino de los seis motores que integran la planta y otros equipos será su venta para chatarra.
Todo el complejo contiene unas 1.500 toneladas de acero. Además, por el valor histórico de la planta, algunas piezas irán a un museo.
La energía que deja de aportar Colima será sustituida por la que producirá la hidroeléctrica Río Macho, en proceso de ampliación.