Caracas. Llenar un tanque de 60 litros de gasolina cuesta apenas $1 en Venezuela, pero un envase de agua con capacidad para un vaso, cuesta casi el doble.
En un país donde servicios públicos como agua, electricidad o el metro casi se regalan, llevar el alimento a la boca sabe a lujo.
La caída de la producción alimentaria, el control de tipo cambio impuesto desde el 2003 y la política de nacionalizaciones de amplios sectores impulsaron las importaciones, mientras las exportaciones, excepto el petróleo, cayeron.
En su afán por mejorar la calidad de vida de la población, el Gobierno hizo del gasto público el motor de la economía a partir del ingreso petrolero, pero esto ha creado otros problemas.
A marzo, Venezuela tenía una reserva de 297.570 millones de barriles, conforme a datos del Ministerio para el Petróleo y Minería, la quinta más gran del planeta en crudo pesado, pero era el segundo de 72 países analizados en el índice de miseria elaborado por la revista británica The Economist .
La medición, que otorgó el primer lugar a Macedonia, refleja así el impacto que ejercen las elevadas tasas de inflación y el desempleo sobre el nivel de vida del venezolano. La revista atribuyó a Venezuela esta elevada puntuación debido a sus “alocadas políticas económicas”.
Venezuela tenía en abril el índice de precios al consumidor (IPC) interanual más alto de América Latina y el Caribe con 23,6%, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). En alimentos y bebidas, llegó a 31,8% ese mes. Le siguieron Argentina (9,8%) y Barbados (9,6%). Costa Rica cerró en 4,7%.
Economistas consultados culpan por ese fenómeno a la expansión monetaria por el gasto público financiado con ingreso petrolero, presión de la demanda sobre una oferta reducida de bienes y poca credibilidad en las autoridades económicas.
Hay una “altísima dependencia de las importaciones para el abastecimiento interno”, puntualizó José Guerra, economista y exgerente de investigaciones del Banco Central de Venezuela.
Las importaciones constituían un 24% del valor de la producción en 1998. En el 2011, esa relación trepó al 47%, mostraron cifras del Banco Central de Venezuela.
Por otra parte, las exportaciones no petroleras sumaron $5.529 millones en 1998, un 31% del total vendido al exterior ese año. Sin embargo, 13 años después, las exportaciones no petroleras ascendieron a $4.400 millones, un 5% de todo lo enviado al extranjero.
“Se exportó 20% menos en términos de valor aunque las cotizaciones de acero, hierro y aluminio mejoraron en los últimos años. Venezuela depende hoy en un 95% de la exportación petrolera, lo demás casi no cuenta”, expresó Guerra.
Por esta dependencia, cuando la economía mundial entró en recesión y cayó el precio del petróleo, la actividad económica venezolana tardó más tiempo en reactivarse.
Poco incentivo. La fuerte caída de la inversión es uno de los factores detrás de la inflación y del estancamiento económico, señaló el economista José Luis Saboín, de la firma de asesores Ecoanalítica.
Parte de esto reside en las políticas estatales de control de precios de los alimento y otros rubros.
Desde el 2002, se acumulan 1.168 intervenciones a empresas (80% a partir del 2009), lo cual ha golpeado la productividad en el 47% de industrias, informó la Confederación Venezolana de Industriales .
El efecto de estos factores es que cae la producción interna de bienes y crece su importación, lo cual impacta los precios y estos afectan el poder adquisitivo del consumidor.
En el 2011, el Gobierno elevó un 25% el salario mínimo a 2.047 bolívares ($476); no obstante, la canasta básica de alimentos cerró en agosto pasado en 3.283 bolívares ($761) y la escolar en 7.570 ($1.756), detallaron estadísticas del Centro de Documentación y Análisis de la Federación Nacional de Maestros .