Londres. AFP. La perspectiva de que el partido que gane los comicios británicos no disponga del apoyo suficiente para formar gobierno plantea el debate sobre la “legitimidad” de un Ejecutivo liderado por un partido “perdedor”.
Las encuestas sobre las elecciones del jueves muestran a conservadores y laboristas codo a codo en términos porcentuales, pero las proyecciones de la composición del Parlamento dan una victoria conservadora por poco margen.
Los conservadores podrían no alcanzar los 326 escaños que dan la mayoría absoluta ni obtener respaldo suficiente para gobernar.
En ese caso, los laboristas podrían intentarlo y, probablemente, lograrían formar gobierno pese a haber perdido las elecciones. Ya ocurrió en 1923.
El primer ministro conservador, David Cameron, cuestionó la legitimidad de tal opción.
“Creo que habría un enorme problema de credibilidad”, estimó en declaraciones a la emisora LBC , al referirse a una alianza entre laboristas y nacionalistas escoceses.
Sin embargo, el profesor Robert Hazell, quien dirige la cátedra de Estudios Constitucionales de la Universidad College de Londres, dijo que la ley lo permite y que la única regla es lograr una mayoría parlamentaria.
“No hay ninguna regla que diga que el partido con más votos tiene derecho a formar gobierno”, dijo.
“La persona en medida de lograr la confianza de la Cámara de los Comunes debe ser nombrada primer ministro”, sentenció el especialista.
En las elecciones generales de diciembre de 1923, los laboristas perdieron ante los conservadores, pero acabaron formando un gobierno con el apoyo de los liberales.
El experimento fue de corta duración y hubo que celebrar elecciones 10 meses más tarde, en octubre de 1924. Los conservadores ganaron una mayoría.
En febrero de 1974, los conservadores ganaron a los laboristas en porcentaje de votos pero no en escaños, y trataron de formar un gobierno con los liberales.
Fracasaron, pero el gobierno laborista resultante se derrumbó pronto y en octubre del mismo año hubo que celebrar otras elecciones.
Una complicación añadida de este año es la situación en Escocia, donde se espera que el Partido Nacional Escocés (SNP) gane una abrumadora mayoría de los escaños.
La líder del SNP, Nicola Sturgeon, argumenta que, gane quien gane, la voz de Escocia tiene que ser escuchada y sus diputados deben tenerse en cuenta para las coaliciones.
La campaña no ha acabado y la disputa para la formación de gobierno ya ha empezado.
“Si los números están muy ajustados, es posible que los dos campos aseguren estar en medida de formar un gobierno sólido”, manifestó Hazell.
En ese caso, el primer ministro, David Cameron, podría quedarse en Downing Street y convocar un voto de confianza en el Parlamento, desafiando a sus rivales a derrocar al Gobierno.
Aunque hay quien teme que la incertidumbre provoque inestabilidad, Anthony King, profesor de gobernanza en la Universidad de Essex, sostuvo que un gobierno de minoría que descanse sobre apoyos puntuales no es necesariamente malo.
“Podría ser bueno no haciendo nada en particular”, escribió el martes en The Daily Telegraph.
“Mantenga la calma y siga adelante” ( Keep calm and carry on ) fue un buen lema en tiempos de guerra. Puede que sea mejor incluso en las circunstancias actuales”, agregó.