Ciudad del Vaticano. AFP. El papa Francisco inicia una semana clave en el Vaticano al convocar a los cardenales de todo el mundo para evaluar los avances en la reforma de la curia romana, que genera muchas resistencias internas, y proclamar 20 nuevos cardenales.
El Pontífice argentino se reúne a partir de ayer y por tres días con el grupo de nueve cardenales que lo asesoran en esas reformas, el llamado G-9, con los que fijó las líneas generales de las medidas por tomar.
Desde que fue elegido al trono de Pedro, en marzo del 2013, Francisco defiende una reforma de la organización central de la Iglesia, desacreditada por una serie de escándalos financieros e intrigas.
El programa de reformas y sus avances, exigido por la mayoría de purpurados que apoyaron la elección de Francisco, será presentado el jueves y viernes a los cardenales de todo el mundo, cerca de un centenar.
Menos burocracia. Entre las propuestas por evaluar figura la de reorganizar algunos consejos pontificios o ministerios.
El Papa y sus asesores prepararon un nuevo organigrama, que incluye la fusión de entidades, para desmontar la criticada burocracia vaticana.
La reunión podría ser muy tensa después de que el Papa lanzó, en diciembre, una dura advertencia a la curia por las “quince enfermedades” que padece, entre ellas el “alzhéimer espiritual”, el exhibicionismo, la falta de autocrítica, el narcisismo y el arribismo.
“La curia debe ayudar a gobernar y no sustituir al Papa como ocurría con Benedicto XVI”, sostiene el vaticanista Jacopo Scaramuzzi, de TMNews .
Aprovechando la presencia de los llamados “príncipes de la Iglesia”, Francisco decidió celebrar la ceremonia solemne para la proclamación de 20 nuevos cardenales, 15 de ellos electores; es decir, con derecho a voto en caso de elección del Pontífice.
Francisco sorprendió a los católicos al otorgar el título cardenalicio a obispos desconocidos, de pequeñas diócesis, lejos del poder y en contacto con la gente común.
Un claro mensaje del papa argentino sobre el modelo de Iglesia que quiere impulsar, menos burocrática y sobre todo más “periférica” y humilde.
De los quince nuevos cardenales con derecho a voto, solo uno trabaja en la Curia Romana (el Prefecto de la Signatura Apostólica, el tribunal para los conflictos jurídicos), mientras que tres vienen de Asia, tres de América Latina, dos de Oceanía y dos más de África.
Francisco, que defiende como método de trabajo el de discutir y evaluar en forma colegial los asuntos aún más delicados, alimenta desde el año pasado otro delicado debate interno: el de la respuesta de la Iglesia a la familia moderna.
Para ello convocó un consistorio extraordinario, como se llaman las asambleas de cardenales.
El primer sínodo sobre ese tema, en octubre pasado, dio lugar a importantes discusiones sobre cuestiones tales como los divorciados que volvieron a casarse, los homosexuales, la poligamia y los casamientos interreligiosos.
Para octubre del 2015 convocó de nuevo a los obispos de todo el mundo tras la segunda ronda de consultas sobre los retos de la familia que generó fuerte debate y divisiones.
“Seguro que se enfrentarán mucho, porque este pontificado quiere que todo se debata abiertamente”, sostiene Scaramuzzi.
Pese a que no ha cumplido dos años como pontífice, Francisco está cosechando severas críticas por parte de los sectores más conservadores así como de los funcionarios del Vaticano, que temen perder su trabajo.
Para varios purpurados conservadores, nombrados por Juan Pablo II y Benedicto XVI, la línea menos dogmática e imperiosa del papa Francisco ha provocado una pérdida de poder del Vaticano a nivel mundial.
Además la desacralización de la figura del Papa, quien emplea un lenguaje menos solemne y más familiar y habla a la prensa sin tapujos e inclusive acepta sus errores, también irrita a algunos sectores.