Moscú EFE El presidente de Bielorrusia, Alexánder Lukashenko, fue reelegido el domingo para un quinto mandato, pero su victoria fue desaprobada unánimemente por los observadores occidentales pese al actual deshielo con la Unión Europea.
“Bielorrusia aún tiene un largo camino por recorrer para cumplir con sus obligaciones democráticas”, dijo Kent Harstedt, coordinador especial de la misión de observadores de la OSCE, en una rueda de prensa en Minsk retransmitida por medios nacionales y rusos.
La UE parece más dispuesta que nunca a normalizar sus relaciones con la considerada última dictadura de Europa, pero la valoración de las presidenciales por parte de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) apenas varió con respecto a 2010: las elecciones no cumplieron con los estándares democráticos.
El jefe de la misión de la OSCE se manifestó “decepcionado” y habló de “problemas muy graves” especialmente en el proceso de escrutinio y en la elaboración del censo, “lo que mina la integridad de las elecciones”.
Voto adelantado. Según los observadores, suscitó numerosas dudas el voto por adelantado, ya que representó más del 36% del total, lo que posibilita tanto el fraude como la presión sobre los trabajadores del sector estatal para que voten por el presidente.
Lukashenko, que centró su campaña en la estabilidad frente a los cataclismos que vive la vecina Ucrania desde el derrocamiento de su presidente, Víctor Yanukóvich, obtuvo el 83,5% de los votos, según la Comisión Electoral Central.
La abrumadora victoria de Lukashenko la había adelantado la flamante premio Nobel de Literatura, Svetlana Alexiévich, enemiga acérrima del líder bielorruso, al que acusó de dirigir una “dictadura aterciopelada”.
El presidente ruso, Vladimir Putin, fue el primero en felicitar a su aliado, tras lo que el Kremlin anunció un pronto encuentro entre ambos mandatarios para abordar la posible apertura de una base aérea rusa en territorio bielorruso para contener el avance de la OTAN.
No obstante, tanto los observadores como la oposición democrática denunciaron numerosas infracciones tanto en el voto como en el recuento, ya que en muchos casos los observadores no estuvieron presentes.
De hecho, la opositora bielorrusa Tatiana Korotkévich, la primera candidata a la presidencia en la historia de este país, aseguró que recurrirá los resultados de la votación.
“Recurriremos los resultados, primero ante la Comisión Electoral Central y después ante el Tribunal Supremo. Está claro que yo no recibí solo 4,42% de votos”.
Korotkévich, la única representante de la oposición democrática que postuló a las presidenciales, aseguró: “ Según nuestros observadores, obtuve entre 20% y 30% de los votos”.
“Hubo muchas irregularidades durante la jornada electoral. Ya no hay presos políticos, pero nada ha cambiado”, apuntó.
La opositora cree que Lukashenko, en el poder desde 1994, “cuenta con un amplio apoyo popular entre sus compatriotas, pero nunca de más del 80%”.
En el plano positivo, los observadores destacaron el hecho de que los candidatos opositores pudieran hacer campaña libremente por todo el país.
Señalan que estos opositores tuvieron acceso libre y equitativo a los medios de comunicación estatales.
Saludaron la decisión de Lukashenko de liberar a seis presos políticos varias semanas antes de las elecciones, entre los que figuraba el candidato a la Presidencia en 2010, Nikolái Statkévich.
Además, la OSCE y el Consejo de Europa se congratularon por el “papel constructivo” de Bielorrusia a la hora de contribuir al arreglo pacífico del conflicto en Ucrania, al ofrecer Minsk como sede de las negociaciones de paz.
La UE está decidida a levantar las sanciones impuestas por la represión violenta de las protestas postelectorales de 2010, a lo que ha contribuido sin duda la negativa de Lukashenko a reconocer la anexión rusa de la península ucraniana de Crimea y su buena relación con el líder ucraniano, Petró Poroshenko.
El ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, reconoció el lunes que los comicios bielorrusos no habían sido democráticos, pero hizo un ejercicio de la “realpolitik” al asegurar que “hubo cambios”, ya que fueron liberados los presos políticos y la oposición no fue reprimida como antaño.
Destacó que existe unanimidad entre los países miembros de la UE sobre la necesidad de “cambiar las relaciones con Bielorrusia” y adelantó que una decisión definitiva sobre el levantamiento de las sanciones podría ser adoptada a principios de 2016.
No obstante, la Nobel Alexiévich manda un aviso a la UE: “Tan pronto como Rusia le dé dinero, (Lukashenko) volverá a distanciarse de Europa”.
Los planes europeos de alejar a Lukashenko de la órbita del Kremlin se topan con la absoluta dependencia económica bielorrusa de Rusia, a cuyo mercado envía la mitad de sus exportaciones y de donde recibe gas a precio de saldo.