Marie Fleming, una enferma terminal irlandesa que solicitó este año sin éxito al Tribunal Supremo que autorizase su derecho al suicidio asistido, falleció hoy a los 59 años.
Fleming, que sufría esclerosis múltiple y llevaba más de 25 años en silla de ruedas, murió en su casa de Arklow (Irlanda), según anunció su pareja, Tom Curran, quien aseguró que su fallecimiento le ha llegado por sorpresa.
“Estaba en casa, como era su deseo”, indicó Curran, quien acompañó a Marie Fleming en su infructuosa lucha legal por modificar la legislación irlandesa que prohíbe la eutanasia.
El pasado 29 de abril, Fleming perdió su apelación ante el Supremo, última instancia judicial de Irlanda, para que autorizase que Curran le ayudase a quitarse la vida ya que ella era incapaz de hacerlo por sí misma.
Marie Fleming, que era madre de dos hijos, necesitaba asistencia las 24 horas del día.
En Irlanda, el suicidio asistido está prohibido en virtud de la llamada “Ley de Derecho Criminal (Suicidio)” de 1993, y se castiga con un máximo de 14 años de cárcel a quien lo “ayude, instigue, aconseje o procure”.
Los abogados de Fleming habían argumentado ante la justicia irlandesa que la legislación vigente violaba derechos recogidos en la Carta Magna irlandesa y la Convención Europea de Derechos Humanos, y que no pedía que su compañero acabara con su vida, sino que la ayudara para que ella misma pudiera “dar el paso definitivo”.
El Supremo irlandés, no obstante, desestimó esos argumentos y concluyó que la legislación actual “no infringe de manera desproporcionada” los derechos constitucionales de Marie Fleming.
La noticia de la muerte de esta activista a favor del suicidio asistido generó hoy un reguero de condolencias.
El viceprimer ministro irlandés y titular de Exteriores y Comercio, el laborista Eamon Gilmore, transmitió su pésame a los familiares y calificó su campaña a favor de la eutanasia como “valiente”.
“El hecho de que su caso promoviera un debate nacional sobre estos asuntos será su legado duradero”, apuntó Gilmore.