El jefe del gobierno español, el conservador Mariano Rajoy, reconoció este jueves haberse equivocado al confiar en Luis Bárcenas, extesorero de su partido imputado por corrupción, pero aseguró que el escándalo no le "impedirá gobernar".
"Me equivoqué en mantener la confianza en alguien que ahora sabemos que no la merecía", afirmó Rajoy ante el Congreso de los Diputados en relación a Bárcenas, gerente y tesorero del Partido Popular (PP) de 1990 a 2009.
En prisión provisional desde finales de junio por presunto fraude fiscal, Bárcenas, investigado por tener 47 millones de euros en Suiza, aseguró haber llevado durante años una contabilidad oculta en el PP, con donaciones anónimas de empresarios que habría utilizado para pagar sobresueldos no declarados a numerosos dirigentes, entre ellos Rajoy.
"En el Partido Popular ni se ha llevado ninguna doble contabilidad, ni se oculta ningún delito", aseguró el jefe del gobierno en una comparecencia destinada, dijo, a "ofrecer las aclaraciones necesarias".
"¿Se han pagado sueldos? Sí ¿Se han pagado remuneraciones complementarias por razón del cargo? Sí", afirmó Rajoy en un discurso que duró una hora y tras el cual debía someterse a las preguntas de la oposición. Pero "se ha pagado por un trabajo, se ha pagado en blanco y se ha incluido en la contabilidad", subrayó. "Declarar los ingresos pagados a Hacienda ya es una responsabilidad individual", agregó.
Bajo creciente presión desde que en enero su nombre se vio envuelto en este caso de presunta contabilidad oculta, Rajoy aceptó finalmente hace diez días romper su silencio sobre Bárcenas y comparecer ante la cámara baja, donde dispone de una amplia mayoría absoluta.
Convertido en uno de los personajes más mediático y controvertidos del país, el extesorero, que hasta hace poco había mantenido a Rajoy al margen del escándalo, lo acababa de implicar directamente en declaraciones al diario conservador El Mundo tras ingresar en la cárcel.
El rotativo calculó que el ahora jefe de gobierno recibió un total de 343.700 euros durante dos décadas de manos de Bárcenas, precisando unas acusaciones que Rajoy ya había negado rotundamente en febrero.
Presionado desde hace días por el Partido Socialista para que dimita, el mandatario conservador reiteró que este escándalo no lo hará dejar un cargo al que llegó a finales de 2011.
"Nada relacionado con este asunto me ha impedido ni me impedirá gobernar", afirmó.
Vigilado muy de cerca por los mercados y por sus socios europeos desde su llegada al poder en un contexto de grave crisis económica, el líder conservador se esfuerza por evitar que un temor de inestabilidad política en el país dé al traste con la incipiente y tímida mejora de la economía nacional.
Sumida en la recesión desde hace dos años, España vio su tasa récord de desempleo descender a 26,26%, desde 27,16%, en el segundo trimestre, y la contracción de su PIB pasar de 0,5% en el primer trimestre a 0,1% en el segundo. El ejecutivo de Rajoy confían en que el crecimiento vuelva al país a finales de año y se afiance en 2014.
"Vengo a frenar esa erosión de la imagen de España que algunos cultivan y [...] a desmentir las mentiras, manipulaciones e insinuaciones maliciosas que han jaleado, entre otros, algunos dirigentes políticos" contra el PP, aseguró Rajoy ante el Parlamento.
La publicación en julio por El Mundo de las revelaciones de Bárcenas desde la cárcel y de una serie de SMS en los que Rajoy le expresaba hasta hace pocos meses su apoyo, llevaron a los socialistas a reiterar una petición de dimisión que ya habían lanzado en febrero.
"Le pedí su dimisión [...] porque un presidente del gobierno no puede depender de los ataques de sinceridad de su extesorero", enfatizó este jueves el líder de la oposición socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, reafirmando su exigencia: "tiene usted que marcharse, señor Rajoy".