París
Manuel Valls y Benoît Hamon, que se disputarán el domingo la nominación presidencial del Partido Socialista francés (PSF), encarnan dos visiones antagónicas de la izquierda.
Valls, ex primer ministro de 54 años, y Hamon, exministro de Educación, de 49, sueñan ambos con cambiar la izquierda francesa. Pero, detrás de las palabras, hay dos proyectos. Uno, del ala derecha del PSF, el otro, de la izquierda.
Estandarte de un programa innovador "totalmente a la izquierda", Benoît Hamon encabezó el domingo pasado la primera vuelta de las primarias organizadas por el Partido Socialista y sus aliados, superando a quien dirigió el giro liberal del quinquenio del presidente François Hollande.
Para imponerse, Valls no ha dudado en multiplicar los ataques. Este barcelonés que se naturalizó francés a los 20 años lanzó su candidatura en noviembre, presentándola como una "propuesta de revuelta" frente a la derrota anunciada de su campo en las presidenciales de abril.
El domingo quedó en segundo lugar, pero contraatacó afirmando ser "un combatiente". "Lucharé hasta el final", proclamó ante sus seguidores.
Afirma que no quiere "abandonar a los franceses frente a la extrema derecha que destruiría al país, o a la derecha, ni frente a los Estados Unidos de Donald Trump, o a la Rusia de Vladimir Putin".
Su rival, que no se considera un "hombre providencial" se burla de su tono marcial, comparable para muchos al del expresidente de derecha Nicolás Sarkozy.
Pequeño Ben. "Defenderé con simplicidad y sobriedad mi proyecto porque es global, coherente y que no se resume en decir solamente: 'porque fui primer ministro, seré un buen presidente".
Hamon, a quien los socialistas llaman "pequeño Ben", llenó las salas en sus mítines con un público más bien joven, altermundialista, en búsqueda de "otra política" o de un "verdadero socialismo".
Este licenciado en historia que se unió a las filas socialistas muy joven plantea crear una renta básica para todos los francesas, sin condiciones, quiere disminuir la jornada laboral a 32 horas por semana y está a favor de legalizar la marihuana.
Valls, en cambio, no llena las salas. Ha tenido que anular reuniones a último minuto debido a sillas vacías o incidentes. En Estrasburgo (este), fue rociado con harina, en Lamballe (oeste) fue abofeteado por un joven.
Dentro del PS, la carrera política de estos hombres, ambos de aspecto juvenil, comenzó prácticamente al mismo tiempo, en medio de los años 80, antes de tomar caminos distintos.
Valls pasó a ser asistente parlamentario a los 23 años, antes de desempeñarse como consejero del primer ministro reformista Michel Rocard (1988-91), y después de Lionel Jospin (1997-2001).
Fue elegido en 2001 alcalde de Evry, una ciudad popular al sur de París, y luego se convirtió en diputado. Fue eliminado en la primera ronda de las primarias socialistas de 2011 y apoyó al candidato François Hollande. Cuando este último fue elegido presidente, fue recompensado con el ministerio de Interior.
Benoît Hamon, por su parte, entró al PS en 1987. Seis años después fue presidente del Movimiento de Jóvenes socialistas y en 2008 se convirtió en portavoz del partido.
Fue ministro de Hollande pero salió del gobierno en 2014, en desacuerdo con la política económica del ejecutivo.
Sus eslóganes resumen sus visiones: "hacer latir el corazón de la izquierda" para Hamon, "una República fuerte, una Francia justa", para Valls.