“El viernes por la noche, ustedes robaron la vida de un ser humano excepcional, el amor de mi vida, la madre de mi hijo, pero no tendrán mi odio”.
Dos días después de la muerte de su esposa, Hélène Muyal, el ciudadano francés Antoine Leiris se sentó frente a la computadora y redactó una carta abierta a a los terroristas de ISIS, quienes arrebataron la vida de 129 personas la noche del viernes, en París.
Las líneas de Leiris son crudas. Son las palabras de quien enfrenta un duelo, de quien intenta digerir que su pareja simplemente estaba el lugar y el momento equivocados, y que ahora deberá criar solo a su hijo Melvil, de apenas año y cinco meses de edad.
Muyal había asistido la noche de los atentados al teatro Bataclan para disfrutar del concierto de la banda californiana Eagles of Death Metal.
De las 1.500 personas que habían colmado la localidad, 82 perdieron la vida cuando tres hombres armados ingresaron y abrieron fuego de forma indiscriminada.
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“No sé quiénes son y no quiero saber. Son almas muertas. Si este Dios por el cual ustedes matan indiscriminadamente nos creó a su imagen, cada bala en el cuerpo de mi esposa habrá sido una herida en su corazón”, dijo Leiris. “Por eso, no. No les daré el regalo de odiarlos. Están pidiendo eso, pero responder odio con odio sería darles la misma ignorancia con la que están hechos”.
El día en que escribió su misiva en Facebook, Leiris por fin había podido identificar el cadáver de su esposa, luego de días y noches de espera. Dijo que le parecía tan hermosa como el viernes, cuando ella salió de la casa rumbo al concierto, o como la primera vez que la vio, hace más de 12 años.
Muyal, una maquilladora artística de 35 años, fue una de las primeras víctimas de los atentados en ser reportada como desaparecida a través de las redes sociales, en lo que se convirtió en un verdadero infierno para Francia.
La palabra "paz" (paix, en francés) fue escrita con velas en Old Port, en Marsella, como un homenaje a las víctimas de los ataques terroristas de París. Un minuto de silencio acalló al país completo el lunes 16 de noviembre. Foto: APCon el hashtag #rechercheParis (búsqueda París), cientos de tuits comenzaron a aflorar en busca de los amigos y familiares que la noche del viernes se encontraban en el Bataclan, el estadio de Francia, el bulevar Voltaire, la pizzería La Casa Nostra, los restaurantes La Belle Equipe, Le Petit Cambodge y Le Carillon.
El presidente de la nación abatida, Francois Hollande, dijo que los terroristas tenían en el blanco a “la juventud en toda su diversidad”.
Las balas apuntaron a “la Francia que disfruta de la vida, la cultura, los deportes y las fiestas”, agregó Hollande.
Estruendo fatal
Las guitarras sonaban y la batería marcaba el ritmo en el monumental teatro Bataclan. La banda Eagles of Death Metal –fundada por Josh Homme, también líder de Queens of the Stone Age, y quien por azares de la vida no estaba de gira en París– había logrado llenar la sala a su máxima capacidad: 1.500 personas.
A las 9:30 p. m. habían interpretado apenas seis canciones, cuando se escuchó un estruendo más fuerte que la música misma. Eran ráfagas de balas. Los músicos se lanzaron al suelo y lograron huir, ilesos, por la puerta trasera del backstage.
“Al principio creímos que era parte del espectáculo, algo de pirotecnia, pero cuando me di la vuelta y lo vi con su rifle de asalto me di cuenta de que no era una broma”, relató el periodista Julien Pierce, de la emisora Europe 1, quien se encontraba en el lugar de los hechos.
Sin embargo, pronto los gritos y la desesperación se apoderaron del Bataclan y los cuerpos comenzaron a caer al suelo cual si fueran piezas de dominó, dijo a la agencia de noticias Reuters un joven de 22 años.
“Todavía estoy en el Bataclan. Primera planta. Heridos graves. Envíen ayuda pronto. Hay sobrevivientes en el interior. Matan a todo el mundo. Uno por uno. Primera planta, rápido”, tuiteó uno de los sobrevivientes mientras permanecía escondido de los tres hombres armados, vestidos completamente de negro.
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Pese a haber salido con vida del teatro, muchos jamás podrán olvidar la pesadilla que se vivió dentro del Bataclan. Una de esas personas es Hellen Wilson, una estadounidense de 49 años residente en París.
La noche del jueves, Wilson recibió una llamada de Nick Alexander, un británico de 36 años con quien había mantenido una relación años atrás. Le dijo que estaba en París y se encontraron para conversar sobre el pasado.
Volvieron a verse el viernes en el concierto de Eagles of Death Metal, donde Nick estaría a cargo de la venta de la mercadería oficial de la banda.
“A Nick le dispararon frente a mí”, dijo Wilson al diario inglés The Telegraph , desde una cama de hospital donde se recuperaba de heridas de bala en ambas piernas.
“Él estaba de espaldas a mí y yo no podía ver lo que estaba pasando. Traté de mantenerlo hablando y luego intenté darle respiración de boca a boca. Después no pudo respirar más y lo tomé en mis brazos y le dije que lo amaba. Él era el amor de mi vida”, narró.
Los miembros de la agrupación californiana también lamentaron el deceso de Alexander, los de sus compañeros de Universal Music Thomas Ayad, Marie Mosser y Manu Pérez, quienes esa noche trabajaban en el concierto. Según declararon en un comunicado, todos quienes sufren por la pérdida de sus seres queridos y los sobrevivientes al ataque se convirtieron en su “nueva familia”.
Entre ellos estará por siempre Patrick Jardin, el padre cuya imagen dio la vuelta al mundo cuando, en medio de su desesperación, suplicaba al primer ministro francés, Manuel Valls, por noticias sobre el paradero de su hija.
“No sé si sigue viva o en qué hospital se encuentra”, repetía el hombre.
Nathalie Jardin trabajaba como directora de luces del Bataclan la noche del tiroteo. La confirmación de su muerte llegó el lunes, tres días después del atentado.
Actos heroicos
También en el Bataclan, Yannick Minvielle, un francés de 19 años, puso su vida para detener la bala que iba dirigida a su novia.
“Él estaba tratando de protegerla, se paró frente a ella y en un abrir y cerrar de ojos estaba muerto. La bala atravesó su cabeza”, contó un amigo de Minvielle a The Telegraph . “Su novia está mal; está traumatizada. Ella vive porque él perdió la vida. Es algo que la va a perseguir por siempre”.
Una gesto similar tuvo Ludovic Boumbas, de 40 años, quien se abalanzó frente a su amiga Chloé para salvarla. La muchacha salió herida, pero sobrevivió al atentado en el restaurante La Belle Equipe; mientras que Boumbas se convirtió en una de las 11 víctimas mortales de la fiesta de cumpleaños que se celebraba en ese local.
Neely, una niña estadounidense de 8 años, acudió al tributo a los fallecidos de París que se realizó en el sitio del árbol neoyorquino que sobrevivió a los atentados terroristas del 9/11, ocurridos en el 2001. Foto: APIrónicamente, esa noche todos festejaban la vida de la tunecina Houda Saadi, quien había llegado a sus 33 años, según el Daily Mail . En la fiesta estaba también su hermana Halina, un año mayor. No obstante, la celebración se convirtió en una sangrienta pesadilla en la que hasta las Saadi fallecieron.
“Ludovic murió como un héroe, pero yo hubiera preferido que siguiera vivo y que se conformara con ser un cobarde. Él aún estaría aquí”, lamentó Charden, el hermano de Boumbas.
Azares del destino
Stéphane Hache era un cocinero de 52 años que rentaba un pequeño apartamento que daba a la parte trasera del Bataclan.
Había planeado pasar la noche del viernes en la tranquilidad de su hogar, pero la vida misma tenía otros designios: una bala perdida entró por una ventana abierta y lo impactó por la espalda. La Policía halló el cuerpo el domingo, luego de las alertas que había dado su familia tras varios intentos infructuosos por localizarlo.
Manuel Colaco Días, un portugués de 63 años, llevaba más de cuatro décadas viviendo en Francia.
Trabajaba como chofer para la compañía Regnault Autocars y el viernes había viajado a París con tres clientes para llevarlos al partido amistoso de fútbol de Francia contra Alemania, en el Stade de France .
Ese sería el último encargo que realizaría, pues no sobreviviría al atentado en el que tres hombres se hicieron explotar dentro del recinto en el que esa noche jugaba el francés Lassana Diarra.
Tras la conmoción en el estadio, el futbolista se enteraría de que su prima Asta Diakite había fallecido en el tiroteo ocurrido en un restaurante en la calle Alibert. “Ella era como una hermana mayor para mí”, escribió Lassana en Twitter.
El jugador, de creencias musulmanas, redactó un conmovedor mensaje que reúne el sentir de la mayoría en una nación que yace en el desconcierto: “En medio de este clima de terror, es importante para todos nosotros, que representamos a nuestro país y su diversidad, mantenernos unidos contra una atrocidad que no tiene color, ni religión. Mantengámonos juntos por el amor, el respeto y la paz”.