Ciudad del Vaticano. AFP. Las mujeres católicas, molestas por siglos de aislamiento dentro de la Iglesia, quieren ser escuchadas por los obispos reunidos en el Sínodo que se abrió este domingo en el Vaticano, para que “se deje de hablar sobre las mujeres y se hable a las mujeres”.
“Pasar del silencio a la palabra, de la subordinación a la responsabilidad, de la invisibilidad a la presencia”, es el credo de la red Mujeres Católicas Hablan, que se reunió esta semana Roma, pocos días antes de la asamblea de prelados.
Teólogas, historiadoras, periodistas, investigadoras, la mayoría son madres muy activas en sus diócesis, que quieren que las cosas cambien en la Iglesia.
Sus pedidos y exigencias han sido resumidos en un libro, coordinado por la profesora Tina Beattie, de la Universidad inglesa de Roehampton, quien desea entregarlo a los cerca de 400 obispos y cardenales que asisten al Sínodo.
Entre las mujeres que batallan por ese papel más activo figuran la embajadora de Chile ante la Santa Sede, Mónica Jiménez de la Jara, exministra de Educación, y la Hermana María Melone, rectora de la Pontificia Universidad Antonianum de Roma.
Para ellas, el problema no es el número de mujeres dentro de la Iglesia católica, sino su “visibilidad y el papel que cumplen”, puntualizaron.
Si bien el número de mujeres religiosas supera con creces el de sus homólogos masculinos, sienten que no las consultan y que no se toman en cuenta sus opiniones y decisiones.
Según el Anuario Pontificio , en el 2014 había alrededor de 415.000 sacerdotes y miembros de órdenes religiosas en todo el mundo, frente a más de 700.000 monjas.
Las mujeres que trabajan en instituciones católicas son poco más de 24.000 contra 771 hombres.
Desafortunadamente, los hombres que forman parte de la Iglesia tienden a limitar el papel de las mujeres, las cuales suelen trabajar en servicios varios, incluso domésticos, o como educadoras o profesoras de religión.
Para Cettina Militello, profesora de teología en el Instituto Pontificio de la Sagrada Liturgia en Roma, llegó el momento de “pasar del silencio a la palabra”, reconoció.
“Creo que el Sínodo, que reúne en el Vaticano a obispos de todo el mundo, es un momento importante (...) El papa está tratando de encontrar soluciones que pongan de acuerdo a los obispos”, dijo.
“Hay que aprovechar esa gran mediación”, sostiene por su parte la historiadora italiana Lucetta Scaraffia, quien escribe una columna mensual en L’Osservatore Romano , el diario del Vaticano .
La participación oficial de solo 18 mujeres en el sínodo, sobre casi 400 asistentes, es un hecho que resalta, apunta Scaraffia, quien es una de las invitadas, “pero en calidad de esposa”, reconoce.
El papa invitó a 18 parejas, consideradas “muy felices”, para que den su aporte a los debates sobre los retos de la familia moderna.
Si bien pocas mujeres asisten al encuentro sobre la familia, pese a ser el pilar de la familia en casi todas las sociedades, muchas sienten insuficiente la propuesta del papa Francisco de elaborar una “teología de la mujer”.
Interrogado en el avión papal sobre la posibilidad de permitir por fin que las mujeres accedan al sacerdocio, el objetivo de una teología femenina, Francisco aclaró que ese asunto “lo dejó zanjado Juan Pablo II”; es decir que las puertas están blindadas.