Mariupol
A pesar del acuerdo de alto al fuego entre los rebeldes prorrusos y el Gobierno de Ucrania, la población del este del país sigue siendo escéptica.
"No nos lo creemos pero esperamos que sea verdad. Todavía no me creo que hayamos llegado a esta situación, nos matamos entre hermanos", lamenta Elena, de 24 años, que vive en un edificio justo al lado de un puesto de control en Mariupol.
En esta ciudad portuaria del mar de Azov de cerca de 500 habitantes, los voluntarios fieles a Kiev intentan frenar el avance de los rebeldes.
En previsión de posibles combates, la guardia nacional ucraniana ha recomendado a los habitantes de esta ciudad industrial que estén listos para abandonarla. Elena y su hermana gemela Iulia dicen estar preparadas.
"Tenemos un coche listo cerca de nuestro apartamento pero no queremos irnos", explica Elena a la AFP. Además, asegura, en caso de hacerlo "no iríamos hacia el oeste, nadie nos espera allí".
"Muchos ya se han ido. Solo quedan algunas familias. Fíjese en la gente que está intentando irse", afirma por su parte Iulia, señalando a una familia dentro de un coche.
Mariupuol es la última gran ciudad de esta región que todavía está bajo control del Gobierno ucraniano y su caída en manos rebeldes abriría a los prorrusos una vía hacia Crimea, que en marzo fue anexada a Rusia.
"Los combates continuaron anoche hasta tarde y volvieron a empezar esta mañana", explica a la AFP 'Jivtchick', un miembro del batallón Azov de voluntarios. "Esto es una guerra y nunca sabes que es lo que va a pasar en los próximos 15 minutos", afirma.
Según el alcalde de Mariupol, Iuri Jotlubei, la situación es "tensa pero estable" y desmiente a la AFP una información de la agencia rusia Interfax según la cual un grupo de separatistas habría entrado con tanques en la ciudad.
"Hubo un ataque importante ayer cerca de Mariupol, a unos 20 kilómetros de donde estamos. Las fortificaciones reforzadas con metal que hemos fabricado impidieron la penetración directa y eso fue una gran sorpresa para los agresores", relata el alcalde.
Según el portavoz del Consejo Nacional de Seguridad y de Defensa del gobierno ucraniano, Andrii Lysenko, esos bombardeos en el este de Mariupol mataron a tres civiles, entre ellos dos niños.
En Donetsk, el principal bastión de los rebeldes, hubo nuevos bombardeos durante la noche que dejaron cinco civiles muertos y nueve heridos, según el alcalde.
En la plaza Lenin de esta ciudad, donde los rebeldes proclamaron una república separatista, las nuevas autoridades han retirado los restos de tanques ucranianos que habían puesto a la vista de todo el mundo.
"La cuestión no es quien gobernará sino quién reconstruirá nuestra ciudad" explica Pavel, de 25 años, quien no quiere dar su apellido.
Viktor Kosobokov, de 72 años, que consigue unos ingresos extra barriendo las calles de Donetsk, no quiere ningún alto el fuego.
"No se puede hablar con este Gobierno que ha destruido la mitad de Donbas (la región de Donetsk). Hay que continuar hasta que Kiev se dé cuenta de lo que hemos vivido", afirma.