Edimburgo. AFP, AP Los partidarios de la independencia de Escocia recorren las calles de Edimburgo con la energía que da pensar que el triunfo está al alcance de la mano y de percibir desesperación en el enemigo político.
El ambiente en la capital escocesa es eléctrico y los sondeos hacen vislumbrar la posibilidad de la ruptura del Reino Unido el 18 de setiembre próximo.
Tras años en que, como ocurre en muchos lugares, la gente se preguntaba para qué votar, el tema de la independencia de Escocia está en todas partes, se discute en bares, en el trabajo y en la calle.
Ahí a donde va uno hay carteles, mayoritariamente los de la campaña independentista “Sí Escocia” con la bandera de la cruz de San Andrés, azul y blanca.
“La ciudad está animada. Es fascinante ver a toda la gente hablando de política, los jóvenes también”, dijo Margaret David, una activista independentista de 62 años.
“Es un tiempo de cambio. Antes nadie escuchaba a la gente; ahora sienten que pueden marcar diferencias y ser escuchados de una vez”, enfatizó David.
Garey Cooker, un militante del Partido Nacional Escocés (SNP), de 25 años, vislumbraba la derrota hasta el mes pasado, pero los sondeos han cambiado y ahora reflejan igualdad absoluta.
“Siempre estuvimos por detrás. Siempre pensé que podíamos lograrlo, pero ahora es ‘¡Dios mío, vamos a lograrlo!’”, dijo Cooker mientras repartía panfletos.
“Siento que cada vez más gente se inclina por el sí”, observó Terence Chang, un fotógrafo de 50 años, con 24 años viviendo en Escocia.
Preservar la ‘familia’ ? El primer ministro británico, David Cameron, viajó ayer a Edimburgo con otros dos líderes políticos para pedir a Escocia el voto por el “no”.
La exhortación de Cameron apuntaba a mantener la unión de Inglaterra y Escocia, que ha cumplido 307 años y evitar pasar a la historia como el primer ministro británico que perdió Escocia. Probablemente su Partido Conservador le pedirá la renuncia si los escoceses votan por la secesión.
En una muestra inusual de unidad entre partidos, Cameron, el líder laborista Ed Miliband y el liberal demócrata Nick Clegg, viajaron a Escocia, donde las encuestas indican una paridad total de cara al referendo sobre la independencia del 18 de setiembre.
“Sería angustiante para mí... si se desgarrara esta familia de naciones”, dijo Cameron a un auditorio invitado en la sede de la compañía de seguros Scottish Widows en Edimburgo.
Los detractores destacaron que Cameron no corrió el riesgo de hablar ante un auditorio de escoceses no invitados.
El partido de Cameron es profundamente impopular en Escocia. Muchos partidarios de la independencia citan los recortes presupuestarios como motivo para separarse del Reino Unido.
El dirigente nacionalista escocés, Alex Salmond, dijo que la visita de los políticos londinenses favorece su campaña por el sí. “Si pensara que vendrían en autobús, les enviaría el dinero para los boletos”, dijo.
Cameron reconoció su impopularidad, pero dijo que no se trataba de dar una paliza a “los malditos conservadores”. “Esta decisión no afecta los próximos cinco años, afecta el próximo siglo”, dijo.
Cameron ordenó izar la bandera escocesa sobre su oficina de Londres hasta el día de la votación en señal de apoyo a la permanencia de Escocia en la unión.