Lugansk, Ucrania. AP Las tensiones entre Rusia y Ucrania se exacerbaron el viernes cuando más de 130 camiones rusos cruzaron la frontera en una misión dirigida, según el Kremlin, a entregar asistencia humanitaria.
Ucrania describió esa medida como una “invasión directa”, en tanto que Estados Unidos y la OTAN condenaron ese proceder de Moscú.
Los camiones, parte de una caravana de 260 vehículos, ingresaron en Ucrania sin permiso del Gobierno de Kiev después que permanecieran varados casi una semana en la frontera, ante los temores de que la misión fuera un plan del Kremlin para ayudar a los separatistas prorrusos en el este ucraniano.
Para la tarde, los camiones habían llegado a la ciudad de Lugansk, cuya población de un cuarto de millón de personas se ha reducido por la intensidad de la lucha de las últimas semanas entre las fuerzas ucranianas y los separatistas.
Lo que llevan. Rusia afirma que los vehículos, cubiertos con lonas blancas, transportan agua, alimentos, generadores y bolsas para dormir. Hace algunos días se permitió a reporteros acceso a los camiones y pudieron ver el contenido.
Sin embargo, periodistas de The Associated Press que siguieron la caravana por caminos de superficie irregular por el campo escucharon que los contenidos hacían ruido y se movían de lugar, lo que dejaba entrever que los vehículos solo iban parcialmente llenos.
El primer ministro ucraniano Arseni Yatseniuk, dijo que solo habían podido inspeccionar una treintena de camiones. “En uno de estos, donde pueden transportar 25 toneladas, hallamos 800 kilos de té. Los otros 33 estaban cargados con máximo ocho toneladas. Se trata en realidad de vehículos vacíos”.
La llegada de los camiones elevó los peligros de la crisis: un ataque contra la caravana daría a Rusia el pretexto de una intervención más profunda en la guerra. Y una pausa en la lucha para permitir el paso seguro de la caravana podría obstruir aún más los avances de las fuerzas ucranianas en el campo de batalla.
En la última semana las fuerzas ucranianas han logrado progresos sustanciales contra los rebeldes.
Al enviar la caravana, Rusia dijo que había perdido la paciencia con las tácticas dilatorias de Ucrania y afirmó que pronto “no quedará nadie a quien ayudar” en Lugansk, donde semanas de intenso fuego de artillería han dejado la ciudad sin electricidad, agua y servicio telefónico; además, escasean los alimentos.
En las Naciones Unidas en Nueva York, el embajador ruso Vitaly Churkin rechazó que efectivos rusos se encuentren dentro de Ucrania o que su país les envíe armas a los rebeldes.
La decisión de Rusia de actuar unilateralmente, sin participación de la Cruz Roja, incrementó las dudas sobre las intenciones de Moscú en torno al conflicto.
La Cruz Roja, que debía distribuir la ayuda, no acompañó al convoy porque sintió que faltaban garantías de seguridad.
Hay la sospecha de que la operación de asistencia humanitaria pudiera tener como objetivo frenar el impulso de Kiev en el campo de batalla.
Yatseniuk dijo que el objeto de enviar camiones semivacíos a Ucrania no era entregar ayuda, sino crear una provocación. Dijo que la misma Rusia atacaría el convoy para crear un incidente internacional.