Summit, Nueva Jersey (EE. UU.) Por dicha, tenía en la casa una planta eléctrica de gasolina. Sin ella, Wilfredo Loaiza habría perdido los alimentos perecederos de su East Side Deli, el restaurante que desde 1995 paga las facturas de su familia en Nueva Jersey, estado irreconocible tras los daños causados por Sandy.
“Nos quedamos sin luz el lunes cuando empezamos a correr para mantener la refrigeración en tres neveras del local”, explicó este hijo de Pérez Zeledón, quien vino en 1981 a EE. UU. a ganarse la vida.
Sin embargo, estos días su sueño americano cobró matices de pesadilla para él y la colonia tica en, quizás, el estado más golpeado por el huracán, de cuyos daños muchos sectores siguen sin levantarse.
“El miércoles esperé dos horas en una fila de 150 metros de pie con una pichinga de cinco galones, que es lo máximo que te venden. La de carros era peor”, explicó Loaiza.
El empresario ha tenido problemas manteniendo a flote el menú: dejó de vender sándwiches, pues ya no se consigue carne, pan ni vegetales en los comercios locales.
En un recorrido por varios condados de Nueva Jersey, La Nación comprobó filas de hasta tres kilómetros de autos llenos de caras largas, resignadas a la espera de poner algo de combustible si, con suerte, llegaban antes de que se acabara.
La noche del viernes en Manhattan, las luces de los vehículos en línea se adentraban de 600 y 800 metros en vecindarios a oscuras.
“La Guardia Nacional está repartiendo comida en zonas de Nueva York donde no hay suministros”, dijo Ana Lorena Villalobos, cónsul de Costa Rica en ese estado.
Tras varios días sin luz, subiendo y bajando 14 pisos de gradas desde y hacia su apartamento, Villalobos celebró ayer que los tubos de la casa volvieran a expulsar agua y los elevadores resucitaran.
No obstante, en el distrito financiero, edificios, comercios y restaurantes seguían el sábado cerrados y a oscuras, mientras cuadrillas de trabajadores sacaban agua de mar de equipos subterráneos de electrificación aún por ser reparados.
Al viernes, 3,2 millones de personas (un 80% en Nueva York y Nueva Jersey) carecían de electricidad y, para ayer, eran al alrededor de 2,5 millones. Ayer, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, anunció la normalización del servicio en Manhattan, donde reside Villalobos. Para otros costarricenses, la espera amenaza con alargarse.
“De 17 a 30 días más”. Golfredo Núnez y su esposa, Deyanira Loría, ambos de Tacares de Grecia, metieron a la cocina la parrilla de barbacoa que tenían en el patio para cocinar con gas y calentar un poco el interior de su hogar en Summit, donde viven hace 13 años.
“Tenemos una plantillas de gas, pero ya no se consigue. Tampoco venden leche, papel higiénico y comida que no hay que cocinar, como galletas”, lamentó Loría.
Los entre cinco y diez días para volver el servicio ahora pueden ser de 17 a 30, dijo la empresa. “Parece que el problema es mayor. En todo Summit no hay Internet, estamos incomunicados también”, sentenció el esposo. Otros no pueden jactarse de tanta suerte.
Christian Rojas se hartó el jueves de estar sin electricidad en la zona de Asbury Park. Ayer, cuando la temperatura caía a casi 0 grados, se fue a casa de unos amigos en el norte del estado a buscar refugio.
“Mis vecinos me dicen que allí hay toque de queda de 7 p. m. a 7 a. m.; así no hay vandalismo y se facilitan los arreglos en las calles”, afirmó el joven oriundo de la zona de Los Santos, hoy sin saber cuándo regresará a su vecindario.