Serri era un apasionado de la música andaluza en general.
Desde su infancia, se sumergió en el estudio de un estilo musical que defendía, conservaba y protegía con el fin de perpetuar una herencia cultural, común a las dos orillas del Mediterráneo, que se desarrolló en ese periodo de la historia medieval, caracterizado por la presencia musulmana en el sur de la península ibérica.
Serri, cuyo apellido en árabe significa “mi secreto”, creció en la Casbah –cuna también de algunos de los cantantes argelinos más afamados–, y ejerció de intérprete, instrumentista, profesor, musicólogo y director de orquesta desde una formación sólida en la música andaluza clásica.
Entre 1946 y 1947 estudió en el Conservatorio de Argel, donde fue pupilo destacado de Mohamed Fajardji, el gran maestro de la música andalusí en Argelia. En el año 2000, Serri sacó a la venta un álbum con las canciones más representativas de la música arubi , un estilo dentro de la música clásica árabe.
Tres años antes, y en colaboración con Rachid Mahi, presentó una colección de “noubates andaluces”, un compendio que ocupa 45 CD y que fue reeditado en 2002 y 2006 por la Compañía Nacional de Artes Gráficas (ENAG) de Argelia.