Gbagbo, en el poder desde el año 2000, se hallaba en compañía de su esposa Simone, considerada como una “dura” del régimen, y de su hijo Michel, precisó Anne Ouloto, portavoz de Ouattara.
En su primera intervención tras la caída del exjefe del Estado, Ouattara, presidente internacionalmente reconocido de Costa de Marfil, anunció ayer el inicio de un “procedimiento judicial contra Laurent Gbagbo, su esposa y sus colaboradores”.
Asimismo, dijo que “se han tomado todas las disposiciones” para garantizar su “integridad física” y la creación de una “comisión de verdad y reconciliación” para esclarecer las violaciones de los derechos humanos. Llamó también a sus compatriotas a “abstenerse de cualquier acto de represalia o de violencia” y expresó que el país se encuentra “al amanecer de una nueva era de esperanza”.
La televisión pro-Ouattara TCI difundió unas imágenes del exjefe del Estado en buena salud, pero visiblemente fatigado. “Deseo que depongamos las armas y que entremos en la parte civil de la crisis, y que acabemos rápidamente para que el país se recupere”, dijo Gbagbo en un breve extracto sonoro.
En esas imágenes, aparece sentado sobre una cama en una habitación, rodeado por, entre otros, el ministro del Interior de Ouattara, Hamed Bakayoko, y el comandante Issiaka Ouattara, uno de los jefes militares del bando pro-Ouattara.
La ONU anunció que la seguridad de Gbagbo estaba garantizada por miembros de la Misión de la ONU en Costa de Marfil (Onuci) y que la mayoría de combates habían cesado, si bien quedaban “algunos grupos de resistencia”.
Desde el domingo por la tarde hasta primeras horas de la madrugada del lunes, la misión de la Onuci y las fuerzas francesas dispararon misiles hacia el edificio donde estaba atrincherado Gbagbo.
El presidente saliente no había reconocido la victoria electoral de su rival en noviembre pasado, pese a estar certificada por la comunidad internacional, y rehusaba rendirse tras cuatro meses de sangrienta crisis poselectoral.