Washington. AFP. Pirómanos, extremistas, suicidas y anarquistas: los legisladores del Tea Party son acusados cada día de sabotear al sistema político estadounidense, pero su intransigencia es la clave de su éxito, en una geografía electoral cada vez más polarizada.
La retórica se inflamó en los pasillos del Congreso estadounidense desde que se desencadenó el martes el primer cierre parcial de la Administración federal en 17 años . Para el jefe de los demócratas en el Senado, Harry Reid, aliado del presidente Barack Obama, “estamos en relación con anarquistas: odian al Estado”.
¿Cuántos son ellos, en el seno del grupo republicano de la Cámara de representantes? A entre 30 y 40, sobre 232, se les considera miembros del “grupo duro” del Tea Party: radicales entre los radicales, antiestado, antiimpuestos y ultraconservadores en temas sociales, religiosos y sobre armas.
Muchos de ellos son novatos en política, elegidos en las legislativas de noviembre del 2010, año de la adopción de la reforma del sistema de salud prometido por Obama, y percibido como la primera piedra de un socialismo a la europea en Estados Unidos.
Tim Huelskamp, de 44 años, es el ejemplo perfecto de esta nueva promoción. Este agricultor de profesión, titulado con un doctorado en Ciencias Políticas, representa a la primera gran circunscripción de Kansas, en el corazón conservador del país. Fue elegido en el 2010 con el 73% de los votos. En el 2012, los demócratas no encontraron un candidato para enfrentarlo y fue reelegido con 100% de los sufragios.
Desde hace meses, milita por vincular el financiamiento del Estado federal al fracaso de la ley de reforma de la salud, una línea dura adoptada por el Partido Republicano bajo su presión y de sus camaradas, hasta provocar la parálisis de presupuesto.
Más que el desarrollo electoral, el factor principal de la emergencia de candidatos muy radicalizados es, según Sarah Binder, investigadora en ciencias políticas en la Universidad George Washington, la polarización creciente de la geografía electoral: los republicanos en las zonas rurales, los demócratas sobre las costas y en las ciudades. Cada vez más, la elección crucial es la primaria, un concurso de pureza ideológica.