“Son una familia de tradición católica, de buenos principios, tienen 27 años de vivir acá, pero no le puedo decir más, ni tan siquiera mi nombre”: esa es la expresión más común en Dulce Nombre, La Unión –Cartago–, donde habita Floribeth Mora.
Ella se curó de un aneurisma cerebral, sin que los médicos logren dar con una explicación.
Ese milagro podría ser la causa para que el papa Francisco decida que Juan Pablo II es el nuevo santo de la Iglesia católica.
Hasta no recibir el anuncio papal, el silencio será el común denominador entre entre vecinos, familiares y autoridades eclesiásticas de Costa Rica.
La única respuesta de la devoción por Juan Pablo II está en el corredor de esta vecina de Dulce Nombre. Un altar con la foto de Karol Wojtyla, acompañado de la imagen de la Virgen María y un crucifijo adornados con flores rojas y amarillas reflejan la fe de la familia Arce Mora.
Al tratarse de un proceso judicial, que se rige por el derecho canónico, el Vaticano pide prudencia y prohíbe a todas las partes involucradas que conversen públicamente del asunto.
“Hasta que el papa Francisco no confirme con un decreto este milagro, no podemos referirnos al caso”, expresó Daniel Blanco, canciller de la Curia Metropolitana de San José.
En Dulce Nombre de La Unión, al tocar el timbre y preguntar de puerta en puerta por el caso de Floribeth Mora, el silencio es la única respuesta.