Ciudad del Vaticano. AFP. El papa Francisco reconoció este viernes que “sacerdotes y obispos” orquestaron una campaña de difamación contra el arzobispo de San Salvador Óscar Arnulfo Romero, asesinado hace 35 años, con el fin de bloquear su beatificación, finalmente celebrada en mayo pasado.
“El martirio de monseñor Romero no fue solo su muerte: se inició antes, con los sufrimientos por las persecuciones antes de su muerte y continuó después, porque no bastó que muriera; lo difamaron, calumniaron y enfangaron. Su martirio continuó por mano de sus hermanos sacerdotes y del episcopado”, afirmó el Papa ante una delegación de obispos y fieles salvadoreños.
Asesinado en San Salvador cuando oficiaba misa, el 24 de marzo de 1980, por un francotirador contratado por la ultraderecha, Romero fue tildado en los últimos años de su vida y después de muerto de “desequilibrado” y “marxista” y acusado de ser un “títere” de la teología de la liberación por sus sermones contra la oligarquía, las injusticias sociales y la represión.
Esas acusaciones, lanzadas por diplomáticos, políticos, religiosos y hasta cardenales, frenaron el proceso de canonización de monseñor Romero, quien fue beatificado el 23 de mayo en su ciudad, 19 años después de que el proceso fuera abierto oficialmente por el Vaticano en 1997.
“Lo estaban lapidando con la piedra más dura que existe en el mundo: la lengua”, lamentó sin tapujos el papa argentino.
Aunque no perteneció a la corriente de la teología de la liberación, marginada durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, Romero fue un defensor de los pobres.