Washington.
El papa Francisco se sumergió este jueves en el crisol neoyorquino después de recordarle al país sus orígenes migrantes en el primer discurso papal ante el Congreso.
En la oración de las vísperas en la Catedral de San Patricio, agradeció a las monjas estadounidenses por su fortaleza y coraje, un significativo reconocimiento para su labor luego de años de diferencias con el Vaticano.
Durante una ajetreada jornada de 40 horas en Nueva York, Francisco hablará también ante los líderes mundiales en la sede de Naciones Unidas, participará en un servicio interreligioso en el monumento conmemorativo del 11 setiembre y oficiará una misa en la arena Madison Square Garden.
En su primera visita a Estados Unidos, el Papa también planea visitar una escuela este viernes y realizar una procesión en Central Park.
El popular pontífice recibió una estruendosa bienvenida a su llegada a Manhattan. Miles de personas se formaron en las calles que conducen a la catedral para saludarlo, cantar y ondear banderas mientras Francisco los saludaba desde el papamóvil.
En la escalinata de la renovada catedral, dignatarios como el gobernador Andrew Cuomo y el alcalde Bill de Blasio lo recibieron.
Agradecimiento. Dentro del recinto, las monjas sentadas en las bancas dieron un fuerte aplauso cuando el papa les agradeció por su fortaleza, su espíritu y su valor, y les dijo " las quiero mucho".
Las monjas aplaudieron estruendosamente. Las palabras del papa tuvieron una enorme significancia para las religiosas estadounidenses, quienes habían sido objeto de investigaciones del Vaticano durante el papado de Benedicto XVI.
El papa Francisco hizo su más grande expresión de respeto y gratitud por las monjas de Estados Unidos durante un servicio de oración en la Catedral de San Patricio, en Nueva York.
Las oficinas del Vaticano que vigilan la ortodoxia habían ordenado una reforma a la congregación de monjas más grande del Estados Unidos, la Leadership Conference of Women Religious, tras acusar al grupo de alejarse de las enseñanzas de la Iglesia, algo que las monjas negaban.
Francisco cerró el proceso de reforma este año, casi dos años antes de lo programado, sin grandes cambios para la asociación de religiosas.
Fue la expresión más notoria de gratitud después que el Vaticano ordenó, durante el papado de su predecesor, una reforma a la congregación de monjas más grande de Estados Unidos, a la que acusó de alejarse de las enseñanzas de la Iglesia.
Las monjas refutaron la acusación y recibieron numerosas muestras de apoyo de los católicos estadounidenses. La revisión concluyó este año, dos años antes de lo programado, sin grandes cambios implementados.
Francisco inició su visita a Nueva York expresando solidaridad con los musulmanes luego de la estampida de peregrinos en La Meca, en Arabia Saudí, en la que murieron más de 700 personas. Ofreció una oración por las víctimas desde el altar de San Patricio.
Horas antes en Washington, el sumo pontífice pidió a la nación que compartiera su inmensa riqueza con los menos afortunados. Exhortó al Congreso y al país a abolir la pena capital, combatir el cambio climático y acoger a los inmigrantes. Los legisladores dieron fuertes ovaciones al líder mundial de los católicos pese a tener obvias diferencias sobre algunas de sus posturas.
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Jornada. Después que Francisco habló en el Capitolio, viajó a una iglesia en el centro de Washington, donde se codeó con los necesitados y con indigentes, bendijo sus alimentos y caminó entre ellos mientras comían.
Francisco concluirá su vista el fin de semana en Filadelfia, donde hablará frente al monumento Independence Hall y celebrará una misa en Benjamin Franklin Parkway, para clausurar un importante evento católico.
En el Capitolio, la memorable visión del papa hablando en la sede del Poder Legislativo parecía deleitar a los legisladores de todas las creencias, aunque ofreció una agenda más afín a los demócratas.
Además de su enfoque en el cambio climático y en la inmigración, criticó la venta de armas y parecía aludir aprobatoriamente al acuerdo nuclear con Irán y a las recientes acciones del gobierno del presidente Barack Obama para reanudar relaciones diplomáticas con Cuba, algo que se hizo con su mediación.
Los republicanos escucharon también cosas que les gustaron cuando hizo referencias a la santidad de la vida y de las relaciones familiares, recordatorios de que la Iglesia católica que preside Francisco sigue condenando el aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo, pese a ser más abierta que en otros papados.
Parece improbable que la visita del Papa rompa la inercia en el Congreso respecto a los temas que a él más le importan, pues no se ve acción en el horizonte por parte de la mayoría republicano sobre el calentamiento global o la inmigración.
Pero Francisco, en su histórico discurso, parecía determinado a recordarle a Estados Unidos sus fundamentos como nación conformada por extranjeros, y se presentó ante la cámara y el pueblo estadounidense en términos personales como hijo de inmigrantes "de este gran continente".
"Tratemos a otros con la misma pasión y compasión con las que queremos ser tratados", dijo entre una fuerte ovación. " Busquemos para otros las mismas posibilidades que buscamos para nosotros".
Después del discurso, salió a un balcón del Capitolio desde el cual se dirigió brevemente a los miles que ocupaban los jardines y el parque más allá.
"Buenos días", dijo en español, la lengua de su natal Argentina y de millones de inmigrantes que viven en Estados Unidos, de manera legal o no.
" Dios bendiga a Estados Unidos", agregó en inglés.
La gira papal comenzó la semana pasada en Cuba e incluyó una reunión en la Casa Blanca y una ceremonia para canonizar al primer santo hispano de Estados Unidos. El viernes, en la sede de las Naciones Unidas, el papa sin duda reiterará muchos de los puntos que enfatizó en Washington.
En el Capitolio, fue recibido por jueces de la Corte Suprema, secretarios del gabinete y legisladores de ambos partidos, algunos de los cuales inclinaron la cabeza en señal de respeto al verlo caminar por el pasillo para llegar al estrado donde los presidentes pronuncian el discurso anual del estado de la nación.