Ciudad de Guatemala. AFP. El vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, llegará hoy a Guatemala para discutir con tres Gobiernos de Centroamérica sobre el éxodo masivo de niños que emigran sin documentos en busca de sus familias, y que plantea un dilema a las autoridades estadounidenses.
A la cita acudirán los presidentes de Guatemala, Otto Pérez, y de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, así como un alto representante del Gobierno hondureño, informó la Casa Blanca.
Biden permanecerá unas pocas horas en Guatemala, en el cierre de una gira que inició el lunes en Brasil y continuó luego en Colombia y República Dominicana.
Las autoridades estadounidenses se encuentran en alerta ante el incremento del flujo de menores que llegan a su territorio sin compañía de adultos, procedentes de los tres países.
Inmigración. Una fuente de la Casa Blanca dijo que durante su visita Biden insistirá en que la inmigración ilegal no es segura, que poner niños en manos de organizaciones de tráfico de personas no es seguro. Y dejará claro que los niños recién llegados no estarán amparados por la legislación migratoria.
Cifras estadounidenses indican que del 1.º de octubre de 2012 al 30 de setiembre de 2013, fueron detenidos 24.493 menores que ingresaron clandestinamente a Estados Unidos sin compañía de un adulto. Pero en los ocho meses siguientes la cifra se multiplicó a más de 47.000, un fenómeno que el presidente Barack Obama calificó de crisis humanitaria.
De acuerdo con el presidente guatemalteco, en la actualidad hay unos 1.550 niños emigrantes de su país en albergues en los estados de Texas y Arizona.
A su vez, Honduras anunció este miércoles que se prepara para recibir unos 13.000 menores indocumentados detenidos en Estados Unidos y México.
El canciller guatemalteco, Fernando Carrera, admitió que se ha producido una explosión en la migración de menores en los últimos nueve meses.
Anteriormente, la migración no era un problema porque la tendencia se mantuvo por una década y cada año eran retornados entre 500 y 600 menores, aseveró.
“Es difícil llamarlo un desastre humanitario porque no está sucediendo por una guerra o por una crisis económica severa”, afirmó.