King era el último orador de la jornada el 28 de agosto de 1963 cuando se dirigió al atril y miró a las 250.000 personas que colmaban el National Mall por la “Marcha por Trabajo y Libertad”.
En el texto que había acordado con sus asociados la noche anterior no figuraba I have a dream .
“La parte del discurso que entraría en los libros de historia fue agregada en la escalinata del Lincoln Memorial”, escribió Gary Younge, corresponsal del diario británico The Guardian , en un pasaje de su nuevo libro The Speech .
King había usado la frase antes, incluso en un sermón en Detroit grabado por el sello Motown dos meses antes. El discurso, de 16 minutos, se hizo famoso luego como el virtual epitafio de King, que fue asesinado en el balcón del Lorraine Motel de Memphis (Tenesí) en abril de 1968 por un francotirador blanco. Pero no se trató solo de lo que King dijo, sino de quienes lo estaban escuchando y viendo.
“Por primera vez, una audiencia masiva blanca escuchó la innegable justicia de las demandas de los negros”, dijo Julian Bond, presidente de la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color (NAACP, por sus siglas en inglés), citado por la revista Smithsonian en 2003.