La reacción natural de una persona que ve, por primera vez, a Alex Jones durante las transmisiones de sus programas de internet y radio es pensar por qué ese hombre de cara roja y redonda está tan enojado. Sobre todo, cuando habla de sus enemigos.
“Estamos en vivo”, dijo Jones al comenzar su show , durante una transmisión recogida por la revista alemana Spiegel . “Es el miércoles 8 de febrero del 2017, y los demócratas se están derritiendo como un montón de niños con enfermedades mentales”.
Frases como esa no sorprenden viniendo de la boca –la garganta, las entrañas– de Alex Jones, un comunicador nada ortodoxo, para quien ser políticamente correcto no es más que una herramienta de control de parte de las élites intelectuales y los liberales.
De hecho, Jones es la antítesis de lo políticamente correcto. Es la antítesis de los medios de comunicación más importantes de Estados Unidos. Es la antítesis del establishment. Es la voz –o, en todo caso, una de las principales voces– de la extrema derecha estadounidense que en noviembre pasado puso a Donald Trump en la Casa Blanca.
Conspirar es vivir
Alex Jones lleva 20 años trabajando frente a los micrófonos, pero su personaje va mucho más allá de la radio. Fundó el sitio web InfoWars, considerado una de las plataformas de fake news (noticias falsas) más influyentes del país norteamericano, determinante durante la campaña presidencial pasada. Además, también opera el sitio de teorías de conspiración, Prison Planet.
Su programa radial –que dura cuatro horas cada día y, según datos del propio Jones, tiene una audiencia de tres millones de escuchas– cuenta con un equipo de más de 60 personas, entre estudiantes, periodistas, activistas y expertos en redes sociales. Ellos lo ayudan con la producción y escriben historias para Infowars, que pueden ir desde análisis de resultados de encuestas con validez garantizada hasta descripciones de, por ejemplo, el concierto de Lady Gaga durante el pasado Super Bowl como un “ritual satánico”.
A sus 43 años, Alex Jones es un personaje incomprensiblemente influyente en un sector de la población estadounidense que desconfía de las fuentes de información tradicionales y de quienes habían estado en el poder hasta la elección de Trump; es decir, de los Demócratas.
Los demócratas, sin embargo, ya no están al poder. Los tiempos han cambiado en Washington.
La Casa Blanca es, ahora, dirigida por un hombre al que muchos consideran no solo inapropiado, sino peligroso.
Tiene sentido, entonces, que ese presidente escuche en su oído la voaz de un comunicador no solo inapropiado, sino peligroso.
Una carrera explosiva
Alex Jones comenzó su carrera en la ciudad de Austin, en Texas, a mediados de los años noventa. Pronto cobró alguna notoriedad gracias a sus declaraciones más polémicas; por ejemplo, afirmando, sin el menor sustento pero con total convicción, que el gobierno de Estados Unidos estuvo detrás de los atentados de Oklahoma en 1995.
Su estilo voraz y sus visiones extremistas pronto complicaron su carrera. Fue despedido de un par de estaciones de radio, por negarse a extender sus temas fuera de las críticas al gobierno de Bill Clinton. Sin embargo, el auge del Internet le permitió mantenerse activo y seguir incrementando su base de seguidores, entonces todavía bastante marginal.
A principios del 2001, dio su primer salto: su programa comenzó a ser retransmitido a más de 100 estaciones en todo el país. Justo a tiempo: tan pronto se sucedieron los ataques del 11 de setiembre, Jones señaló al gobierno como responsable. De nuevo, sin pruebas más allá de teorías de conspiración, tema del cual Jones es un consolidado experto.
No fue hasta que Donald Trump anunció sus intenciones de ser presidente de la nación que Jones encontró, por fin, a un líder al cual podía brindar su apoyo. En tiempos en que el mundo se reía de la idea de Trump presidente, Alex Jones se frotaba las manos.
Según contó Jones a Spiegel, por primera vez en su vida siente algo de esperanza por el futuro de Estados Unidos. ¿La prohibición para los inmigrantes? Bien. ¿Las deportaciones masivas? Bien. ¿Un Estado Policía? Irónicamente viniendo de una persona que toda su carrera ha criticado la intervención del gobierno en la vida de sus ciudadanos: bien.
Es por ello que Jones se ha convertido en una especie de propagandista de la Casa Blanca, y considera a sus seguidores un ejército en la lucha por salvar a Estados Unidos de su, hasta hace poco, inevitable caída en desgracia. “Una victoria total”, dice Jones de la elección de Trump.
Junto a sitios de la alt-right (extrema derecha) como Brietbart News , Gateway Pundit y LifeZette , Jones afirma verse a sí mismo como parte de un frente que apunta a destruir el poder de la prensa tradicional que Trump tanto odia y con la que tantos conflictos ha tenido en sus primeros días de gobierno.
Enemigos en las puertas de América
“Donald Trump no será perfecto, pero al menos no quiere herirte. Hillary y Obama quieren hacerte pobre y patético. Tenemos todas las pruebas. Te odian. Odian la prosperidad. Odian a Dios. Odian a los niños. ¡Que se vayan al infierno! No soporta verla con su cara de demonio. ¡Hillary es un demonio!”.
Es otra mañana más en el show de Alex Jones. Así es un día común y corriente en su programa: “Damas y caballeros, existen miles de fotografías de Obama con moscas encima, incluso si está dentro de un edificio, rodeado por otras personas. Las moscas solo se paran en él. Hillay, bueno, los reportes indican que está poseída por el demonio”.
Los demócratas no son sus únicos enemigos. Las “hordas de radicales islámicos” que quieren entrar a Estados Unidos también lo son. Incluso la Estatua de la Libertad, uno de los grandes símbolo estadounidenses, ha sido blanco de sus ataques: “Deberíamos dejar de adorar e inclinarnos ante cualquier persona salida de un país tercermundista que nos trae lepra”.
Jones quiere llevar la batalla al campo de acción: planea abrir, durante el año, una oficina en Washington, para tener un contacto directo con el presidente Trump, quien ya ha sido invitado de su programa en varias ocasiones.
Jones ya formó una alianza con Roger Stone, un consejero del presidente y activista de extrema derecha –además de autor de un libro en el que calificó a Bill Clinton de violador en serie, sin presentar prueba alguna.
“Los elitistas pueden reírse de Alex”, dijo Stone a Spiegel . “Pero millones de personas lo están escuchando y son los soldados de la revolución de Trump”.