Los oficiales izaron la bandera de Brasil y de Río de Janeiro en la cumbre de la barriada Cerro-Cora, la más grande de las tres ocupadas en la madrugada por unos 400 policías, apoyados con blindados.
En las tres barriadas se instalará en un mes una Unidad de Policía Pacificadora, con 190 funcionarios especialmente entrenados para atender los problemas de las comunidades reconquistadas.
“La visita del Papa ha incrementado el flujo de turistas y eso explica nuestra entrada. Información de inteligencia mostraba que criminales se estaban refugiando aquí y que ahora perdieron su territorio”, dijo al sitio G1 de Globo el coronel Frederico Caldas, que destacó que la “pacificación” duró sólo 30 minutos.
El carisma del nuevo Papa y el hecho de que es argentino aumentó el número de participantes en las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ), que llegará a 2,5 millones de fieles reunidos entre el 23 al 28 de julio en Río de Janeiro. En principio se esperaban 2 millones de jóvenes.
Las JMJ tendrán lugar por segunda vez en América Latina, 26 años después de las de Buenos Aires presididas por el entonces papa Juan Pablo II.
La de Cerro-Cora es la favela número 32 “pacificada” desde 2008, cuando se inició este programa de ocupación de barriadas en manos de traficantes y milicias parapoliciales, de cara a la Copa del Mundo de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.