Pope Benedict XVI adjusts his glasses during his final general audience in St.Peter's Square at the Vatican, Wednesday, Feb. 27, 2013. Pope Benedict XVI has recalled moments of "joy and light" during his papacy but also times of great difficulty in an emotional, final general audience in St. Peter's Square before retiring. (AP Photo/Gregorio Borgia) (Gregorio Borgia)
CIUDAD DEL VATICANO. AFP. Benedicto XVI confesó ayer que en ocho años de papado vivió días agitados, pero, en su último mensaje como pontífice, animó a los miles de fieles congregados en la plaza de San Pedro a confiar en una Iglesia “viva” que Dios “no dejará hundirse”.
El Papa escogió para este día histórico mencionar los Evangelios y aseguró que era “consciente de la gravedad y de la novedad” de su renuncia, la primera de un obispo de Roma en siete siglos, que se hará efectiva hoy a las 8 p. m. (1 p. m. hora de Costa Rica).
“El Señor nos ha dado muchos días de sol y ligera brisa, días en los que la pesca fue abundante, pero también momentos en los que las aguas estuvieron muy agitadas y el viento contrario, como en toda la historia de la Iglesia [cuando] el Señor parecía dormir”, afirmó al mencionar indirectamente las controversias y escándalos que marcaron su breve pontificado.
Benedicto XVI, de 85 años, dijo que se ha sentido como san Pedro con los apóstoles en la barca en el lago de Galilea.
“Siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino Suya, y no la dejará hundirse”, afirmó en su mensaje final.
Bajo un sol resplandeciente y en medio de fuertes medidas de seguridad, grupos de peregrinos ovacionaron al Papa alemán cantando y clamando en su honor: “¡Benedicto!, ¡Benedicto!”.
“Un Papa no está solo en la barca de Pedro y por esto quiero dar las gracias a todos los que me han acompañado. Nunca me he sentido solo”, dijo Benedicto XVI.
No es claudicación. Durante esta inédita despedida papal transmitida en directo por televisión, el jefe de la Iglesia católica explicó que “no abandona la cruz”, una respuesta al desconcierto y a las críticas que ha suscitado su gesto entre algunos católicos.
“He dado este paso consciente de la gravedad y de su novedad. Amar a la Iglesia significa también tomar decisiones difíciles”, recalcó el Pontífice, al dirigirse a la multitud. “Hoy vemos cómo la Iglesia está viva, en un momento en que muchos hablan de su declive”.
Benedicto XVI aprovechó para agradecer a los miembros de la curia romana, salpicados en los últimos tiempos por denuncias de corrupción.
A los católicos les advirtió que renuncia en adelante a viajes, conferencias y recepciones.
La renuncia del Papa marca un precedente en la historia de la Iglesia católica contemporánea y al mismo tiempo obliga a su sucesor a encarar los retos de la milenaria institución para generar un impulso modernizador y pesar en el mundo globalizado, como representante de 1.200 millones de católicos.
“Quisiera que cada uno de vosotros sintiera la alegría de ser cristiano, de ser amado por Dios, que ha sacrificado a su Hijo por nosotros”, escribió al término de la audiencia en el que podría ser su último mensaje por la red social Twitter.
Hoy por la tarde, Joseph Ratzinger, su nombre civil, quien tras su renuncia tendrá el título de papa emérito, saldrá del Vaticano en helicóptero hacia Castelgandolfo, 25 kilómetros al sur de Roma, la residencia de verano de los papas donde vivirá dos meses antes de instalarse en un monasterio dentro de la Santa Sede.
Un día después empezarán las llamadas “congregaciones”; es decir, las reuniones previas al cónclave en las que los cardenales empiezan a definir el perfil del sucesor de Benedicto XVI.
De acuerdo con la prensa italiana, el cónclave podría empezar el 10 o el 11 de marzo, mientras que el cardenal peruano Juan Luis Cipriani, uno de los 116 electores del cónclave, aseguró que “habrá nuevo Papa antes de Semana Santa”.