“Estamos decididos a llegar al fondo del cómo, el cuándo y el porqué de la presencia de bin-Laden. Se ha ordenado una investigación”, aseguró Guilani en un discurso en el Parlamento pakistaní.
El primer ministro aclaró que la investigación estará encabezada por el teniente general Javed Iqbal y, pese al anuncio, insistió en que “las acusaciones de complicidad o incompetencia” a su país en relación con el caso son “absurdas”.
Guilani criticó “los riesgos inherentes al unilateralismo” de Washington, que realizó el asalto sin la autorización de su gobierno, pero acabó reconociendo la “gran importancia” de las relaciones con aquel país e informó de la visita “en futuro cercano” de la secretaria de Estado, Hillary Clinton.
Aunque admitió “fallos” en el trabajo de los servicios de inteligencia, el primer ministro quiso trasladar un mensaje de unidad y evitó cargar las tintas contra los servicios secretos y el Ejército, que guardan una compleja relación con el poder civil desde la creación del país en 1947.
“Estamos todos unidos y totalmente comprometidos a no escatimar sacrificios en defender nuestra dignidad y honor”, dijo.
El mandatario recordó que Pakistán no es “el lugar de nacimiento de al-Qaeda”, y justificó su argumento refiriéndose a los “voluntarios árabes” que en la década de 1990 se unieron y dieron alas a la organización terrorista.
“¿Quién fue el responsable del nacimiento de al-Qaeda? ¿Quién fue el responsable de la fabricación del mito de bin-Laden?”, se preguntó. El jefe de Gobierno hizo alusiones a la guerra antisoviética de Afganistán en la década de 1980, en la que EE. UU. dio fondos y armas a los