París EFE El primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, reclamó ayer a los miembros de la coalición contra el Estado Islámico (EI) ayuda para frenar la entrada de combatientes extranjeros, al tiempo que recibió apoyo a su estrategia de combate al grupo.
Al Abadi dijo que es urgente atajar la entrada de combatientes extranjeros, sobre todo desde Siria, y a interrumpir sus flujos financieros.
Insistió en que también necesitan apoyo internacional para evitar que el EI pueda vender petróleo y objetos del patrimonio cultural que ha saqueado, y que constituyen su principal fuente de financiación.
Los ministros de Exteriores de la coalición, que participaron ayer en París en una reunión restringida, con 24 delegaciones de las 62 que componen ese grupo, respaldaron el plan político y militar con el que Al Abadi prevé hacer frente al EI y recuperar la provincia de Al Anbar.
Estrategia. El proyecto de Al Abadi, articulado en cinco puntos, contempla mayor apoyo a los combatientes tribales, aumentar los efectivos del Ejército, reestructurar las fuerzas policiales, garantizar que quienes participan en su liberación actúan bajo mando gubernamental (para evitar conflictos étnicos) y aportar fondos a la estabilización de las zonas que sean liberadas.
La coalición busca también políticas que promuevan la reconciliación y un gobierno de unidad.
El encuentro en París sirvió para hacer balance de los esfuerzos desplegados y de las estrategias que se deben implementar.
Los participantes consideraron que, pese a derrotas en ciudades como la iraquí Ramadi o la siria Palmira, la situación ha mejorado en uno y otro país y la determinación contra el grupo yihadista sigue siendo “total”.
Poco antes de la apertura de este encuentro, Al Abadi había denunciado en la prensa francesa que había “mucha palabra, pero poca acción”, y que los iraquíes solamente pueden contar con ellos mismos en ese combate.
En su comparecencia una vez acabada la reunión, dejó claro que la amenaza del EI pesa no solo sobre Irak, sino también “sobre la región y el mundo”, y renovó su petición de ayuda para una guerra que, reiteró, se nutre también de combatientes extranjeros y tiene un importante “componente psicológico”.
Solución en Siria. Al Abadi señaló que la crisis siria “necesita una solución política” porque es de ese país vecino del que llega la desestabilización de Irak. “El nacimiento del EI no tiene nada que ver con Irak, sino que ha entrado a Irak por Siria”.
Esta posición fue respaldada por el canciller francés, Laurent Fabius, quien hizo hincapié en que la estabilización de Irak no se podrá conseguir si no se resuelve “la carrera hacia el caos” que se vive en Siria.
Fabius reiteró su negativa a que el presidente sirio, Bachar el Asad, pueda participar en un poder de transición, en el que a su juicio deberían estar “elementos del régimen y de la oposición, para evitar que el país se hunda”.
La coalición confirmó su compromiso con las autoridades iraquíes y recordó que en Siria defienden “un verdadero proceso político inclusivo”, que dé origen a un gobierno de consenso, pero no con el actual presidente, Bachar Al Asad.
“La coalición sigue siendo el mejor vector para llegar a la victoria contra EI”, dijo el subsecretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken.
Blinken afirmó que el combate contra EI será largo, pero factible si se mantiene la actual movilización.
El primer encuentro de este tipo, restringido, se celebró en Londres en enero, y el próximo setiembre, al margen de la Asamblea General de Naciones Unidas, está previsto que se amplíe al resto de miembros y a nivel de jefes de Gobierno y de Estado para proseguir los esfuerzos y hacer balance de lo conseguido.
En la reunión de París, según el ministro español de Exteriores, José Manuel García-Margallo, la delegación italiana propuso ampliar el ámbito de actuación a Libia, ante la constatación de que ese país también se ha visto afectado por el EI y es un foco de desestabilización para el resto.
La idea, respaldada por España pero todavía “embrionaria”, no formó parte de la declaración final, donde sí se subrayó la importancia de cortar las fuentes de financiación y de abordar las crisis humanitarias asociadas.
Así, los firmantes respaldaron las actuaciones del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la futura celebración en París de una reunión de alto nivel para presentar un programa de acción en favor de las minorías perseguidas.