Tres "pesos pesados" de la política internacional se verán las caras este viernes y sábado en Panamá. Barack Obama, Nicolás Maduro y Raúl Castro llegan a la Cumbre de las Américas con la atención del mundo sobre ellos.
El líder estadounidense, como explica el politólogo Guillermo Barquero, asiste con la intención de impulsar el "relanzamiento" del nexo Estados Unidos-Latinoamérica, luego de anunciar —el 17 de diciembre anterior— la normalización de relaciones entre su país y Cuba.
Sin embargo, los planes de Obama tienen un opositor claro: Nicolás Maduro. El presidente venezolano llega a la Cumbre en medio de fuertes críticas por el trato hacia la oposición, especialmente por la existencia de presos políticos como Leopoldo López y la criminalización de la protesta por parte del Gobierno.
La situación de Maduro es compleja, pero, según el relacionista internacional Alejandro Barahona, el líber bolivariano tiene una carta a su favor; la orden presidencial emitida en marzo por Obama para imponerle sanciones a Venezuela y declarar al país sudamericano como una "amenaza" a la seguridad estadounidense. Barahona considera que el decreto de Obama es la escusa perfecta para que Maduro desvíe la atención de los asuntos internos de su país.
"Venezuela va a tratar de capturar la atención y desviarla hacia el decreto y las sanciones de los Estados Unidos, va a buscar que el tema de la situación interna se diluya", explica Barahona.
Maduro obtuvo, tras el decreto de Obama, poderes para legislar, logró que los gobiernos de izquierda y centroizquierda de la región condenaran la "injerencia" estadounidense y ha encabezado una campaña mediante la que pretende entregarle a Obama diez millones de firmas de ciudadanos que condenan el decreto. Obama, por su parte, ha sido claro en que "no guardará silencio" sobre la situación de Venezuela.
"Durante muchos meses los vecinos de Venezuela buscaron promover un diálogo interno y una solución política a las divisiones que fragmentan a la sociedad venezolana, esperando prevenir que la situación de Venezuela afecte negativamente a otros en la región. Hemos apoyado de forma constante ese tipo de diálogo y seguimos viéndolo como el mejor camino adelante para Venezuela. Eso no significa que nosotros, ni cualquier otro miembro de la comunidad interamericana, deba mantener silencio sobre nuestras preocupaciones por la situación de Venezuela", dijo el mandatario en una entrevista con EFE.
En medio de estas disputas está Cuba, país que participa por primera vez en la Cumbre de la Américas. Raúl Castro deberá mostrarse, según Barquero, muy cauto en sus declaraciones, ya que tendrá que darle un espaldarazo al proceso iniciado con Obama, de cara a la reapertura de embajadas y la salida de su país de la lista de patrocinadores del terrorismo, pero a la vez tendrá que utilizar su participación para apoyar a su aliado histórico de los últimos años, Venezuela.
Pocos resultados retan a la OEA. "Prosperidad con Equidad: El Desafío de Cooperación en las Américas", ese es el tema propuesto por Panamá para llegar a acuerdos durante la Cumbre, un tema que la coyuntura política parece opacar por completo y que permite vaticinar una Cumbre de pocos acuerdos.
Esa situación representa, para los analistas, un gran reto para la Organización de los Estados Americanos (OEA), entidad que ha perdido influencia ante el avance instancias subregionales como Celac, Alba, Alianza del Pacífico y Unasur, pero que sigue siendo la única organización que tiene representación continental y la que cuenta con un mayor desarrollo institucional y jurídico. Además, esta Cumbre coincidirá con la salida de José Miguel Insulza como secretario de la Organizacin y la llegada del uruguayo Luis Almagro, quien deberá asumir el reto de renovar a la institución.
Costa Rica debe ser puente. Sobre la participación de Costa Rica, Barquero y Barahona consideran que la reunión debería servir para afinar relaciones comerciales —mediante encuentros bilaterales— y también para que el país se proyecte como "un puente" para que la región entable un diálogo sensato sobre la situación de Venezuela. Función en la que se debería apoyar en otras naciones como Uruguay, Chile y Panamá.
"Costa Rica debe hacer un llamado de atención sobre la situación de Venezuela, funcionando como puente —junto a otras naciones de centro— para promover un diálogo que permita una mejoría para las partes", concluyó Barahona.