Ayer, el presidente dijo que su gobierno respondería con firmeza a la erupción de violencia política y declaró el estado de emergencia, así como un toque de queda en las zonas más afectadas por la agitación, tres ciudades ubicadas a lo largo del Canal de Suez y provincias contiguas.
La oposición describió el estallido de disturbios como una respuesta negativa a los intentos de Mursi y la Hermandad Musulmana de monopolizar el poder en Egipto y una prueba de la incapacidad del mandatario para lograr la estabilidad o concertar reformas en el país.
Para que la oposición se sume a un diálogo, Mursi debe nombrar primero un gobierno de unidad nacional y una comisión que enmiende la controvertida constitución que fue ratificada en diciembre, afirmó el jefe de la coalición, Mohamed el Baradei.
Además, debe retirarle las facultades legislativas al Consejo de la Shura, la cámara alta del parlamento que está dominada por los islamistas.
Por su parte, el gobierno aprobó un proyecto de ley que autoriza al presidente a desplegar el ejército en las calles para participar junto a la policía en el mantenimiento del orden.
En los enfrentamientos más recientes, la policía antidisturbios lanzó granadas de gas lacrimógeno a manifestantes que arrojaban piedras en el centro de El Cairo; un manifestante murió por heridas de bala, según dijeron autoridades de salud y de seguridad.