Kabul. AFP. La muerte de 13 soldados de las fuerzas internacionales en dos días, evidencia el desafío que enfrenta el gobierno de Afganistán, el cual intenta entablar un diálogo con los rebeldes talibanes en un momento en que estos parecen en posición de fuerza.
Siete estadounidenses, dos australianos y un francés murieron el lunes en combates y en la explosión de bombas artesanales en el sur y el este del país, en uno de los días más duros para los militares extranjeros en dos años.
Ayer, otros dos soldados de la OTAN murieron por una bomba en el sur, y un británico falleció en combate en Helmand. En los últimos meses, de uno a dos soldados de las fuerzas de la OTAN mueren en promedio cada día en el país.
Según un balance realizado con cifras del sitio independiente icasualties.org, 248 soldados de las fuerzas internacionales murieron en el país desde enero del 2010.
Las fuerzas de la OTAN llevan semanas de ofensiva en Kandahar, cuna de los talibanes. El ejército estadounidense, que por sí solo ha visto el número de bajas doblar en el 2009, prevé una violenta resistencia de los talibanes ahí, donde libra batalla junto a los canadienses y las fuerzas afganas.
En respuesta, los talibanes anunciaron a mediados de mayo el lanzamiento de una serie de operaciones de ataques, atentados y asesinatos contra las fuerzas de la OTAN y contra los extranjeros presentes en el país.
En paralelo, el presidente Hamid Karzai, comprometido con una política de la mano tendida a los talibanes, organizó la semana pasada una jirga (asamblea) de la paz que reunió a 1.600 representantes de las tribus y de la sociedad civil afgana. La asamblea elaboró propuestas destinadas a poner fin a la guerra pero los talibanes rechazaron la legitimidad del acto.