Cada célula humana contiene unas 100.000 proteínas diferentes, que realizan trabajos como acelerar reacciones químicas y actuar como señales.
Rose, junto con los israelíes Aaron Ciechanover y Avram Hershko, ganó el Nobel por descubrir cómo las células de plantas y animales marcaban proteínas viejas o dañadas con una molécula que suponía “el beso de la muerte”: el polipéptido ubicuitina. Las proteínas son entonces cortadas en trozos pequeños.
El procedimiento gobierna procesos cruciales tales como la división celular, reparación de ADN y control de calidad de proteínas recién producidas, así como partes importantes de las defensa inmunes del cuerpo contra enfermedades, destacó la Real Academia de Ciencias Sueca.