Son los vendedores del dólar negro –llamados popularmente “arbolitos”–, cuya presencia aumenta en las aceras de Buenos Aires conforme el Gobierno aprieta la batalla contra la salida del billete estadounidense.
Si la cotización del Gobierno es de 4,7 pesos por dólar, los “arbolitos” lo ofrecen a 6,45 pesos. Es un negocio doloroso para los argentinos que deben comprar dólares; pero una apetitosa oportunidad para los extranjeros pues consiguen mayor cantidad de pesos.
“La venta ilegal era un negocio que había quedado obsoleto desde la década del noventa porque prevalecía la libertad de cambio. Hoy ocurre algo que no sucedía desde la década del ochenta: la existencia de un tipo de cambio dual”, describe el economista argentino Ricardo Bebczuk.
El tráfico informal y callejero de divisas está penado por ley. El fisco argentino –AFIP– ha comenzado a efectuar controles. Sin embargo, un juez federal dispuso que los procedimientos en la vía pública deben tener autorización judicial y ser realizados por inspectores del Banco Central.
Así, los “arbolitos” cada vez se animan más a elevar la voz para ofrecer dólares, euros y reales. El resurgimiento de este mercado contrasta con los pocos visitantes en las casas de cambio oficiales.