Dos acontecimientos esta semana hicieron que el programa invisible sea más visible que nunca: la revelación de la existencia de una base secreta de drones en Arabia Saudí y la filtración de un documento del Departamento de Justicia sobre la justificación legal para matar en el extranjero a ciudadanos estadounidenses sospechosos de terrorismo.
Además, la audiencia de confirmación de John Brennan, nominado por el presidente Obama para dirigir la CIA, ha dejado en el aire muchas preguntas sobre la legalidad y la continuidad de un programa iniciado durante el gobierno de George W. Bush, aunque ha sido Obama quien le ha dado un impulso decisivo.
“Al igual que el gobierno de Bush, el de Obama está utilizando el argumento erróneo de la ‘guerra global’ que, en esencia, sostiene que el mundo es un campo de batalla y los derechos humanos no se aplican, y esto es inaceptable”, dijo Zeke Johnson, director de seguridad con la organización Human Rights Campaign en EE. UU.
En su opinión, el programa de asesinatos selectivos de supuestos terroristas “permite realizar ejecuciones extrajudiciales en violación de la ley internacional, prácticamente en todo el mundo” .
El programa de drones tiene sus raíces en los años noventa, cuando se utilizaban aviones no tripulados y desarmados para espiar a al-Qaeda en Afganistán.
Sin embargo, después de los ataques terroristas del 11 de setiembre del 2001, Bush ordenó que drones aniquilaran a líderes de al-Qaeda, primero en Afganistán y luego en Yemen y Pakistán, que ha sido el centro de los ataques selectivos.
Entre 2004 y 2009, Bush ordenó 44 ataques en la zona noroeste de Pakistán, pero desde que Obama asumió su cargo ha acelerado el programa, que en sus dos primeros años cuadruplicó la cifra de ataques de la era Bush, según un estudio del centro de análisis New America Foundation.