Battisti dejó la prisión federal de Papuda, en Brasilia, la madrugada de ayer con sus abogados e inicialmente se refugió en un barrio privado para luego irse a un hotel, siempre seguido de periodistas. El abogado de Battisti, Luis Roberto Barroso, dijo que este pretende permanecer en el país.
Mientras, autoridades brasileñas coincidieron en defender la soberanía del Supremo Tribunal Federal (máxima corte del país), que el miércoles negó la extradición de Battisti, al respaldar una decisión del expresidente Luis Inácio Lula da Silva del 31 de diciembre.
Pese a fuertes críticas de altos funcionarios del Estado italiano, las autoridades brasileñas señalaron que la decisión se tomó con total independencia por parte de los poderes brasileños después de varios años de discusión.
Una portavoz de la Presidencia dijo ayer que la mandataria, Dilma Rousseff, “fue informada de la decisión y declaraciones de altos funcionarios italianos. Y la presidenta apenas comentó que una decisión del STF se acata, no se discute”.
Italia anunció ayer mismo que apelará a la Corte Internacional de Justicia por la decisión.
El Ministerio de Relaciones Exteriores italiano afirmó que seguirá recurriendo a todo medio legal para obtener la extradición de Battisti, exmilitante de la guerrilla Proletarios Armados por el Comunismo (PAC) y a quien la Justicia italiana condenó en 1993 en rebeldía a cadena perpetua por su supuesta participación en cuatro asesinatos en los 70. El gobernante italiano, Silvio Berlusconi, expresó su “gran disgusto” por la decisión luego de que se decretara la excarcelación inmediata del italiano.
“No se toma en consideración la expectativa legítima de que se haga justicia, en particular para las familias de las víctimas de Battisti”, lamentó ayer Berlusconi.
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