Dublín. EFE. La reina Isabel II de Inglaterra inició ayer un viaje de dos días a Irlanda del Norte para celebrar sus 60 años en el trono y constatar los avances logrados en el proceso de reconciliación en la provincia británica desde su última visita, hace ya una década.
La monarca podrá comprobar sobre el terreno que, desde el 2002, la región está cambiando al ritmo de su exitoso proceso de paz, hasta el punto de que se reunirá hoy, en Belfast, con el viceministro principal norirlandés, el dirigente republicano Martin McGuinness.
Será un cara a cara, con apretón de manos incluido, entre la soberana, responsable de las Fuerzas Armadas del Reino Unido como jefa de Estado, y quien fue comandante del ahora inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA) en gran parte del conflicto en la provincia.
Con ese gesto histórico, ambos reconocerán el sufrimiento infligido por medio de las armas, pero escenificarán también un acto de reconciliación “sin precedentes” en el mundo, según destacó McGuinness, “número dos” del Sinn Féin, el antiguo brazo político del IRA.
Este es el nuevo clima de entendimiento que se ha querido mostrar ayer a Isabel II a su llegada a la localidad de Enniskillen, al suroeste del Ulster, donde, no obstante, aún están frescas en la memoria las atrocidades del pasado.
El avión que llevó a la soberana tenía previsto aterrizar por la mañana en el aeródromo de ese pequeño pueblo norirlandés, pero el mal tiempo obligó al aparato a desviarse hasta el aeropuerto militar de Aldergrove, a las afueras de Belfast.
Desde ahí, un helicóptero llevó a la reina hasta Enniskillen para asistir a un servicio religioso en la catedral protestante de Saint Macartin como acción de gracias por sus 60 años en el trono. La catedral está próxima al escenario de uno de los ataques más sangrientos cometidos por el IRA, que acabó con la vida de 11 personas en 1987.