Damasco. AFP y AP. Los rebeldes continuaban ayer su ofensiva en el norte de Siria, donde tratan en especial de apoderarse de un aeropuerto militar, un día después del anuncio por Naciones Unidas del balance de más de 60.000 muertos en 21 meses de conflicto.
El ejército y los insurgentes libraban intensas batallas alrededor de una estratégica base aérea y un suburbio de la capital que las fuerzas gubernamentales intentan capturar desde el mes pasado.
Los rebeldes siguen una estrategia de atacar aeropuertos y campos aéreos militares, y les apuntan a cinco bases aéreas en Idlib y la cercana provincia de Alepo para socavar el poder aéreo del gobierno, que representa el mayor obstáculo para los avances de los combatientes.
Dado que sus tropas tienen problemas para ganar terreno contra los rebeldes, el régimen ha recurrido cada vez más a sus aviones de combate y helicópteros para atacar las fuerzas de oposición.
La violencia causó 39 muertos ayer, según un balance provisional del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
60.000 muertos. La cifra de 60.000 muertos fue considerada “más alta de lo esperado” por la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Navi Pillay. Para Karim Bitar, director de investigación del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS), el dato “no tendría ninguna influencia a nivel diplomático”.
“Todas las grandes potencias tienen sus propios objetivos y parecen haber decidido que los riesgos de una intervención primarían sobre las ventajas, y por lo tanto no pienso que esta nueva cifra llevará a una respuesta internacional más enérgica”, consideró.
Además, subrayó este experto, “el mundo está ahora como anestesiado, insensible frente a esas cifras, que se convierten en estadística, con 150 o 200 muertos de más cada día. Como lo decía Stalin, ‘un muerto es una tragedia, un millón de muertos es una estadística’”.
La violencia fue ocho veces más sangrienta en el 2012 que en el 2011, según esta ONG, mientras Pillay denunció “una proliferación de crímenes graves para ambas partes, incluso crímenes de guerra y, muy probablemente, crímenes contra la humanidad”.
Siria entró a la guerra civil luego de que la revuelta popular lanzada en marzo del 2011, violentamente reprimida, terminara por militarizarse. Los combates oponen ahora a soldados y a desertores ayudados por civiles que tomaron las armas, aunque también yihadistas provenientes del extranjero.
“Los rebeldes y el Ejército no revelan el número de muertos en sus rangos para no dar un golpe mortal a las tropas”, explicó el director del OSDH, Rami Abdel Rahmane, quien estima que el balance podría superar los 100.000.