Japón, en plena expansión imperial, había ganado una guerra con Rusia en 1905 y conquistado Corea en 1910. Pronto orientó sus ambiciones hacia Manchuria, una tierra rica en recursos naturales, cuna de la dinastía Qing que había dominado China desde el siglo XVII hasta la proclamación de la República en 1911.
Los japoneses vieron por eso con desagrado que el señor de la guerra Zhang Xueliang aceptase subordinarse al gobierno nacionalista del Kuomintang dirigido por Chang Kai-shek, que reforzó así los vínculos entre Manchuria y el resto de China.
En 1937, tropas niponas lanzaron una ofensiva contra China. Los nacionalistas de Chang Kai-shek y los comunistas de Mao Zedong se aliaron para resistir la invasión, en una guerra que concluyó en 1945 con la derrota de Japón.