En su primera rueda de prensa a medios internacionales, el mandatario admitió que su situación “no es fácil” y que “hay inconvenientes con la comunidad internacional”, pero defendió la legalidad del “juicio político” que supuso ayer la destitución de Fernando Lugo y su toma del poder.
“Acá no hay golpe, no hay quiebre institucional. Es una situación legal que la Constitución y las leyes de mi país permite para hacer un cambio cuando la situación se produce inviable”, mantuvo.
El mandatario aludió, como prueba de la legitimidad del cambio de poder, a la calma en las calles y el apoyo “unánime” que ha tenido en Paraguay, tanto de la Iglesia católica, como de gremios y partidos políticos.