Río de Janeiro. AP El cardenal Paulo Evaristo Arns, una de las voces más destacadas de la Iglesia católica latinoamericana a favor de la democracia en Brasil murió a los 95 años.
La arquidiócesis de São Paulo confirmó que el prelado falleció el miércoles, luego de una prolongada enfermedad pulmonar y renal.
Arns, arzobispo de São Paulo entre 1970 y 1998, se hizo célebre por sus enfrentamientos con la brutal dictadura militar de los años setenta.
El prelado solía hablar de los valores democráticos durante la misa, daba refugio a activistas en sus iglesias y dirigió una campaña nacional contra la tortura.
También amenazaba con excomulgar a los investigadores policiales que se negaban a informar sobre presos políticos.
“Alabemos a Dios por la vida franciscana de Dom Paulo y su valiente compromiso en la defensa de la dignidad humana y los derechos inalienables de cada persona”, dijo en un comunicado el arzobispo paulista Odilo Scherer.
Los restos del purpurado descansarán en la catedral central de São Paulo, donde en 1975 desafió a la dictadura brasileña al rezar con otros jerarcas religiosos y culpar al régimen por el asesinato del periodista Vladimir Herzog, quien había sido apresado poco antes.
La versión oficial era que el reportero se había suicidado en la cárcel, pero Arns la rechazó durante la misa pese a la presencia de soldados y tanques frente a su templo.
Alborotador. Los jerarcas conservadores de la Iglesia y la conducción militar consideraban a Arns un alborotador.
Se recuerda una conversación con el general Emilio Garrastazu Medici, presidente de 1969 a 1974, quien le dijo, “usted ocúpese de su iglesia y yo me ocuparé del país”.
Arns también ayudó a las víctimas de la persecución política en otros países sudamericanos.
Uno de sus amigos, el activista argentino por los derechos humanos y premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, narró que Arns lo salvo dos veces de la dictadura brasileña.
Una comisión creada por Arns en su arquidiócesis documentó muchos casos de torturas, ayudó a gobiernos democráticos posteriores a compensar a las víctimas y sacar a la luz a los autores de la violencia del régimen.
El prelado simpatizaba con la Teología de la Liberación, una corriente católica de izquierda que solía destacar similitudes entre la doctrina de la Iglesia y el pensamiento socialista, para fastidio de sus detractores.
Debido a los vínculos políticos de Arns, el papa Juan Pablo II intervino su arquidiócesis, la segunda del mundo después de la de Ciudad de México, para dividir sus poderes.
Pasó sus últimos años en silencio en las afueras de São Paulo.