Quezaltepeque, El Salvador. AFP. En un ambiente nauseabundo y bajo 36 grados de temperatura, Luis Rodríguez, un ex pandillero de 58 años que llegó de Estados Unidos, recorrió la cárcel de Quezaltepeque, en El Salvador, para alentar la tregua entre las temidas Mara Salvatrucha (MS) y Barrio 18.
"Tenemos las experiencias, pero también tenemos remedios, soluciones, cosas que hemos hecho en Estados Unidos y en otros países para ayudar a lo que está pasando aquí", dijo Rodríguez a un grupo de pandilleros del Barrio 18, en un salón de la hacinada cárcel de Quezaltepeque, 30 km al norte de San Salvador.
Entre paredes manchadas de grafitis negros -con figuras humanas, cruces y siluetas de rostros-, Luis contó que cuando a los 16 años integraba la pandilla Las Lomas, un empobrecido barrio de Los Ángeles, enfrentó cargos por “intento de homicidio”, estuvo encarcelado tres años y cayó en las drogas.
“Yo veo que la paz puede sustituir a la vida loca, yo he visto la paz y en El Salvador se puede hacer con las maras”, dijo a los pandilleros Rodríguez, estadounidense de padres mexicanos, quien contó que tuvo un hijo encarcelado por 15 años y vio morir a 25 amigos cercanos en Los Ángeles.
Luis recorrió las celdas de 10 m2 junto a diez miembros del Consejo Transnacional de Apoyo al Proceso de Pacificación de El Salvador (Ctappes), misión de ex pandilleros, familiares de víctimas y especialistas, que llegó el viernes desde Estados Unidos, a respaldar la tregua iniciada en marzo y que redujo el promedio de homicidios de 14 a 5 diarios.
En su recorrido, custodiados en unos sectores por vigilantes penitenciarios con rostros cubiertos, la misión constató y lamentó las condiciones de hacinamiento que prevalecen en la prisión, construida para 200 internos pero con una población de unos 900.
En cada celda viven hasta 46 reos, que en su gran mayoría duerme en colchonetas en el suelo y en improvisadas hamacas colgadas del techo.
El aire y la luz entran por pequeños espacios en los pasillos. De los hierros atravesados que cercan un pequeño patio y de los barrotes de las celdas cuelgan sábanas y ropas al sol.
"Las condiciones aquí son bien duras, no tienen electricidad, no tienen agua, son 38 (y hasta 46) viviendo en una celda", comentó Carmen Pérez, miembro de Ctappes que trabaja en la atención a mujeres encarceladas y pandilleros.
Según cifras oficiales, en El Salvador existen 50.000 pandilleros en las calles y cerca de 10.000 encarcelados en seis de las 19 cárceles del hacinado sistema penitenciario, con capacidad para 8.100 reos pero que alberga a unos 27.000.
La misión criticó la ausencia de programas productivos para los pandilleros. "No entiendo cómo no se ha podido desarrollar una estrategia" para ocuparlos en tareas productivas, manifestó Luis Cardona, ex pandillero de origen puertorriqueño.
Alentados por el vicario castrense Fabio Colindres y el ex comandante guerrillero Raúl Mijango, la MS-13 y M-18 mantienen desde el 9 de marzo el pacto, que redujo los homicidios aunque según denuncias continúan las extorsiones a empresas y particulares.
Uno de los cabecillas de la M-18, Víctor García (alias 'el Duke'), de 38 años, manifestó a los miembros de Ctappes su esperanza de que el gobierno, como parte de la tregua, acepte conversaciones directas con los pandilleros.
"Ya sacamos (finalizó) la etapa en la que estamos usando mediadores para comunicarse con el gobierno (...). Esperaríamos la respuesta de ellos de si van a reunirse o sentarse con nosotros o no", dijo 'el Duke', cuyo cuerpo tatuado expresa su pertenencia a la M-18.
Junto a varios miembros de su pandilla, algunos de los cuales vestían camisetas del Barcelona y el Real Madrid, 'el Duke' manifestó que las maras quieren dialogar con el gobierno para "exponerles puntos de vista y peticiones".
“A la misma vez escuchar lo que ellos tienen que decir”, concluyó 'el Duke', al agradecer y despedir a los visitantes.
El presidente Mauricio Funes, quien busca un acuerdo para atender el problema de la violencia, ha insistido en que la tregua es un acuerdo entre pandillas facilitado por la iglesia, y no una "negociación" con su gobierno.