Washington. EFE. El embajador de EE.UU. en Libia, Chris Stevens, fue el rostro visible de Washington durante la revuelta contra Muammar Gadafi en el 2011, y murió en “la ciudad que ayudó a salvar”, según recordó ayer el presidente Barack Obama, en referencia a Bengasi.
Stevens ocupaba el puesto de embajador en Libia desde mayo, pero conocía bien el país que le vio morir a los 52 años.
Su amplia experiencia en Oriente Medio hizo que la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, lo convirtiera en enviado especial a Bengasi poco después de empezar las revueltas populares contra el régimen de Gadafi, en abril del 2011.
“A lo largo de la revolución libia, sirvió desinteresadamente a nuestro país y al pueblo libio en nuestra misión en Bengasi. Su legado permanecerá dondequiera que los seres humanos busquen libertad y justicia” , expresó ayer Obama en un comunicado.
Mientras que el entonces embajador en Libia, Gene Cretz, regresó a EE. UU. antes de desatarse la operación aliada contra Gadafi, Stevens permaneció hasta noviembre de 2011 en Bengasi, el bastión de los rebeldes libios.